Wednesday, November 13, 2019

SUEÑOS EN LA OSCURIDAD



Otra noche cargada de tinieblas, esperando tu luminosidad.
En determinadas ocasiones de la vida ocurren episodios que no sabemos a quien adjudicar o el mensaje que intentan dejar en ese pasaje del inconciente.
Estaba cansada.
No de cansancio físico, sino de esperar esas utopías que a medida pasa el tiempo me doy cuenta nunca se convertirán en realidad.
Necesitaba dormir para dejar el llanto descansara hasta el día de hoy.
Así ocurre siempre.
En la puerta de mi refugio tengo colgado un precioso mantra, los colores por mi elegidos dicen son los que traen buena suerte.
Seguramente cometí un error al comprarlo.
Fue posterior a tu muerte.
¿Qué suerte puede acompañar a una madre que ha perdido al hijo de sus entrañas?
Caí en un sueño profundo.
No recuerdo el estado de vigilia que lo antecede.
Muchas veces presencié los tuyos donde me asombraba la rapidez con la que orbitaban tus ojos escondidos debajo del párpado superior.
Alguna vez los abriste, quedé en silencio para no incomodar tu memoria.
Por un instante tuve miedo.
Después supe que era normal ese tipo de movimiento ocular.
Hasta entonces mi corazón estaba en los puños de mi mano.
En el sueño vi, varios mantras.
Tal vez fuera uno solo cambiando de color.
De pronto sentí que el cuerpo se desprendía de su envase original.
Comenzaba a levitar y ascender.
Sentí el arrullo de tu voz.
Por fin nos encontraríamos, pudiendo satisfacer mi necesidad imperiosa de darte un beso.
Llegué a un lugar totalmente lóbrego.
Algunas estrellas titilaban con debilidad.
Les faltaba el fulgor que adorna el cielo.
Había ciertos cambios.
No uso el cabello largo.
Sin embargo caprichosa la cabellera me tapaba la mitad del rostro.
Detalles carentes de importancias si el premio lo recibiría al verte.
Asombrosas las dimensiones del espacio.
No es posible identificar donde comienza o finaliza.
Las estrellas encendieron las ilusiones.
¿Te encontraría en esta ocasión?
Era audible el sonido del silencio.
Parecía gemir embargado por la tristeza.
Los planetas giraban sin cesar de manera silenciosa.
No quise detenerme para cuantificarlos.
Mi prioridad era encontrarte.
Tan alegres como ligeros pasaban los cometas, vestidos con colas de blancas constelciones, surcando el firmamento.
Quedé paralizada al escuchar un alarido desgarrador, parecía el de un animal herido.
Intenté tranquilizarme.
En el espacio celestial no existen animales, eso creo.
Caminaba como si estuviera en suelo terrenal buscándote.
El corazón comenzaba en silencio a llorar.
No es fácil deslizarse por ese enclave.
Sentí calambres en las pantorrillas.
Al intentar friccionarlas estaban duras como una roca.
El tiempo transcurría con su indecencia de siempre, allá o aquí no le importa el sufrimiento de los demás.
Llevaba reloj.
Lo uso siempre.
Las horas celestes nada tienen que ver con las terrenales.
El cansancio poseía cada centímetro de mi cuerpo.
Seguí inspeccionado cada rincón para comprobar si estabas allí.
Nada.
Las piernas entumecidas, no me sostenían.
Eran dos moles de cemento.
No me gustaba ese juego siniestro.
Precisaba verte un instante.
Intenté despertar.
Al no lograrlo, lejos de apenarme, sentí una oleada de paz.
¿Estaría muriendo?
El proceso se parecía bastante a otros que la vida me llevó a presenciar.
No todos los seres yacientes tienen una larga agonía.
¿Sería mi caso?
Si estaba llegando a mi final era un hecho trascendente.
A partir de su concreción, viviríamos sin que nadie osara separarnos.
Ese estado desconocido me colmó de sentimientos hermosos.
No necesité hacer un balance de mi pasaje por la vida terrenal.
¿Para qué?
Percibí que el estado de beligerancia comenzaba a alejarse lentamente.
Tu muerte me dejó como si hubiera participado en la peor de las guerras.
Volví sola del averno.
Ahora hablaríamos cuando lo deseáramos.
Las divinidades del Olimpo se habían acordado de mí.
Hasta Tánatos con su costumbre de estar escondido para sorprender a sus víctimas comenzaba a resultarme un señor que debía cumplir con su trabajo.
Tengo la ventaja de conocer a Mnémosine y Persefone, las encargadas de borrar la memoria de los muertos y sus recuerdos.
Si habían intentado manipular tu mente, con amor los iremos recordando uno a uno.
En la eternidad no se mide el tiempo con un reloj.
¿Dónde estás hijito querido?
Necesito abrazarte.
Decirte cuanto te quiero.
Tenemos muchos temas para recrear.
¿Por dónde comenzará esta conversación celestial?
¡No tardes!
¿Estás escondido y debo buscarte?
No conozco este sitio.
¿Podrías darme alunas pistas para llegar a vos.
¿Qué tamaño tendrá la emoción que nos embarga?
Casi no puedo respirar.
He llegado al estadío de mi hijo.
Tan deseado.
Nada tenía que hacer en suelo terreno.
Las estrellas no se apagan nunca.
¿Siempre en estos sitios reinará la oscuridad?
¡Quiero verte!
Antes de perder las fuerzas del todo, le daré un gusto al ser que más amo en la vida.
Me quitaré el reloj,
Aquí no es necesario.
Seguramente caerá en la tierra para que alguien lo pueda utilizar.
Con mucha dificultad me despojo de ese medidor del tiempo.
Al caer, el ruido me despierta.
No puedo detener el llanto.
Creí por un instante estar muerta.
Es mi mayor anhelo.
Algunas entelequias no se pueden cumplir.
Tesoro de mi alma, pensé había llegado a tu lado para compartir los espacios eternos.
El dolor atraviesa los jirones de mi alma.
Ayudame a llegar de verdad.
Te amo intensamente, por ello te pido nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=9gPuJ2mv7TA

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