Monday, November 11, 2019

TU LUGAR, MI SUEÑO



¿Por qué no puedo saludarte, cada mañana, tal cual lo hacen todas las mamás?
Anoche esperé pasaras por mis sueños.
Como tantas otras veces no ocurrió de la manera que deseaba.
Verte es mi gran ilusión.
Has sido parte del mismo, pues estuve visitando (en estado onírico) un espacio que es una extensión de tu personalidad.
Tengo la certeza que al unirse los pensamientos pude llegar allí.
Siempre afirmo no regresaré a los sitios que hemos visitado juntos.
La memoria, el inconsciente no se pueden manipular.
Es así que se dio mi arribo a ese enclave encantado donde fuimos felices.
No necesitábamos demasiado.
Solo estar en contacto con la naturaleza.
Preferíamos a los hoteles donde hay que cumplir estrictamente los horarios, alquilar una confortable cabaña.
En la agencia de turismo nos mostraron una demasiado bella para ser real.
Estaba ubicada frente a unos saltos de agua majestuosos.
Poco importaba si había que esperar trajeran las provisiones del pueblo.
En estos casos las mamás que somos excelentes administradoras en un suspiro armamos el menú de los días que pasaremos allí,
Los productos frescos los traen casi al alba para que no falte nada, de consumo habitual.
Carece de relevancia ese detalle, aún cuando sea necesario cuando la intención es alejarse de los ruidos de la ciudad.
El mismo vehículo que nos llevó a las puertas de la cabaña sería el que viniera por nosotros cuando finalizara ese sueño anhelado.
Una vivienda espaciosa.
Los dorados destellos del sol ingresaban por los ventanales.
Pesadas cortinas podían ocultarlo.
Los dormitorios bien distribuidos.
La sorpresa mayor la recibimos al desplazaros al comedor.
Desde allí se observaban tres saltos de agua rumorosos.
Corrían entre las piedras dejando estelas de blanca espuma.
Nos habían contado que allí el espejo de agua no es profundo, contando con la señalización correspondiente.
Tu lugar, mi sueño.
Ayudados por la imaginación, estirábamos los brazos para salpicarnos con agua fresca.
No lo logramos.
Para cumplir ese derrotero, era necesario bajar una escalera construida con peldaños de piedras.
A los costados de la misma flores de color rojo encendían el paisaje.
También había una lancha amarrada en una plataforma.
Al verla, reímos.
No la usaríamos pues te gusta nadar más que navegar.
Panorámica diferente a otros saltos de agua conocidos por los dos.
Éstos estaban juntos, como si fueran germanos.
No eran tan altos como los de otras cataratas visitadas.
Ello no les quitaba belleza.
Como todos los ríos de montaña el agua era cristalina.
Podían observarse las piedras conformando su lecho.
Estabas feliz en tu ámbito natural.
Muchas veces cuando te fuimos a dejar flores a esos espacios que no deberían existir, uno de tus hermanos de la vida siempre repite lo mismo:
“Un ser libre como vos, no debería estar en donde estás sino en el curso de las aguas de un río serrano”
Es posible, le asista la razón.
El tema es que entre nosotros siempre conversamos sobre aquello que deseabas para tu final.
Era tan demencial pensar en esa probabilidad que la conversación terminaba allí.
Cumplí tu deseo.
Tal vez el no haber liberado las cenizas que contiene la urna, para que conocieras el alma del viento, se haya convertido en las ataduras que me mantienen donde no deseo estar.
Es difícil tomar decisiones tan doloras cuando se está en absoluta soledad.
Deseo seguir recreando ese viaje fascinante.
¿Estás de acuerdo?
Disfrutaste hasta cansarte mostrando al cielo tus dotes de virtuoso nadador.
Siempre quisiste enseñarme a nadar.
Temo a los espacios que no tienen suelo firme, por ello no aprendí.
Fue una de las pocas cosas que me negué a hacer.
Tu gozo se producía a cualquier hora del día.
Accediste a no nadar de noche teniendo en cuenta el miedo atroz de quien escribe.
¿Por qué toda esa maravilla concluyó de manera abrupta?
Quien traía las provisiones, sabía de tus gustos.
En varias ocasiones repitió serías un excelente profesor.
Respondiste era desmesurado el elogio, cuando lo deseara estabas a su disposición.
Siempre derrochando generosidad y luz.
Si solo un puñado de terrenales se pareciera a vos, el mundo sería diferente.
Sin dejar el documento que sostengo en mi mano, el sueño transcurría con placidez.
Al principio no podía identificar de donde provenía el ruido mezclado con el mundo de las entelequias.
Era el teléfono.
Malhumorada respondía una llamada equivocada.
En otras ocasiones vuelvo a dormir y puedo regresar al estado onírico anterior.
En esta ocasión, no pasó.
¿Será que la perfección no se repite?
¿Podré encontrarte despierta alguna vez para darte un beso?
¿Es factible ello ocurra?
La desesperación lleva a pensar en imposibles.
Deseo esto termine prontamente.
No quiero estar más aquí.
¿Podrás reconocerme?
¿Cuán lejos estás?
La incertidumbre es desesperante.
No es fácil alejar la ansiedad.
A esta altura de los acontecimientos, ese no es el vocablo exacto.
¿Cómo transcurre el tiempo en ese lugar en el que estás?
¿Por qué se ponen tantos obstáculos para llegar hasta vos?
Mi alma adorada, te amo más que a nadie en el mundo.
No me alcanzan los recuerdos acumulados en la memoria.
Duele el dolor.
No dejes de ayudarme, conocés cual es mi mayor utopía.
Mientras tanto te pido, no olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=B5wEiJzsRHw


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