ORQUÍDEAS SILVESTRES

Los recuerdos despiertan en mi mente trayendo las más bellas sensaciones que puede tener una mamá.
Estos junto a otros me llevan a sostener que tu ausencia física es transitoria.
Suelo ser demasiado estricta con los horarios.
Hoy fue la excepción.
Agradezco haber despertado muy temprano, cuando ví la hora, decidí dormir un poquito más.
En ese breve lapso de tiempo pude soñarte tal cual sos.
Como en otras ocasiones, no vestías ropa de colores que nunca usás.
Espléndido como en el ayer no lejano, tu rostro mostraba felicidad.
Al despertar me pregunté si se trató de un sueño o una pincelada de realidad.
En tus manos portabas una orquídea silvestre.
Bella flor que había robado sus colores al cielo.
Sos el único ser que se fija en esos pequeños grandes detalles.
No es una contradicción, es el sentir de una madre que añora la presencia de su hijo amado.
Comencé a bucear en nuestros recuerdos.
Me detuve en un viaje especial.
¿Podés rememorar nuestra primera incursión en la selva de una provincia de nuestro país?
A medida que avanzaba el jeep que nos llevaba, el silencio se hacía más profundo.
El guía turístico nos comunicó que avanzaríamos hasta un espacio que no fuera peligroso.
Pequeñas cataratas de agua danzarina se mostraban detrás de añosos árboles.
La espesura del follaje impedía ver la luz del sol.
Aquellos, abrazados formaban un techo natural.
El canto de exóticos pájaros nos transportaba a otros lugares a los que solo llega la imaginación.
El desplazamiento era lento.
Los coatíes cruzaban la ruta de tierra colorada.
Ellos tenían prioridad.
Rigen las leyes de la selva que los terrenales tienen que aprender a respetar.
¿Por qué en las grandes urbes el comportamiento está en las antípodas de algo que debería ser normal?
¿Por qué todos quieren ser los primeros en llegar?
¿Llegar adónde?
¿Acaso no saben que todos terminaremos en absoluta igualdad cuando llegue el final?
Sigamos internándonos en el paisaje selvático.
Todo era sorpresa y fascinación.
En las entrañas de rugosas especies comenzamos a observar las flores más bonitas que se puedan imaginar.
Con rapidez preguntaste ¿Son orquídeas má?
¡Qué sitio tan extraño para crecer!
El guía respondió que se trataba de orquídeas silvestres.
Las semillas vuelan depositándose en las cavidades de esas especies de tamaño descomunal.
Ayuda a su crecimiento vertiginoso, la humedad de ese hábitat.
La tierra es generosa cuando no es destratada.
Orquídeas que en la ciudad no se consiguen y cuando se encuentran el costo es sideral.
Los floristas suelen exportarlas desde un país centroamericano.
¿Por qué no las buscan en esos sitios que crecen con tanta facilidad?
La respuesta es una sola, todo se transforma en comercio vil.
En el noreste argentino por el clima siempre se pueden encontrar.
Es mucho más cerca y no se precisa traerlas abonando costos altísimos en moneda extranjera y no en todo las épocas del año.
Como sociedad tenemos que recorrer kilómetros de aprendizaje.
¿Existen orquídeas en tu cielo?
¿Tu color favorito es el que traías entre tus manos para regalarme mí?
Todas son bellas más allá de su colorido.
Gracias a esa visita onírica, no desperté llorando como lo hago habitualmente.
¿Cómo evitar las lágrimas cuando se extraña tanto al ser que más se ama en la vida?
No es posible.
Mi tesoro, esos sentimientos que acarician el alma, se repetirán en el momento que se produzca nuestro reencuentro.
¿Cuánto más deberé esperar?
Mientras me entrego al tedio de un tiempo carente de sentido, quiero decirte que te ano siempre un poco más.
No dejaré de pedirte que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=LUOUgWzOHQ4