Monday, May 25, 2015

ENCUENTRO ESPECIAL CON EL GAUCHO COPIRÁI





El Gaucho Copirái, en agradecimiento a que en una consulta le conté que su china lo corneaba con el Remigio, me invitó a pasar un fin de semana en el rancho.
Acepté con gusto, para que no creyera que era una finoli que habla con una papa en la boca y se horroriza si no está con gente como ella.
Nada que ver! Soy una mujer abierta a todas las muestras de cariño, pero jamás de cascos ligeros!
Durante la semana busqué ropa adecuada para la ocasión, y como en el vestidor no tenía nada, le mandé un wasap a Cpi, así lo llamo (no piensen mal, soy de abreviar los nombres de todos mis amigos) y le pregunté que podía llevar como vestuario. Muy atento, me dijo que su china podía prestarme de todo.
Le conté que soy delgadita y que no era cuestión de atarme la ropa con hilo sisal para no mostrar lo que no se debe...
Al final el Gaucho Copirái me aconsejó que bO fuera con ropa de ciudad, si lo hacía sería lapidada por las mujeres de la ranchada. Entonces me compré dos polleras floreadas tipo paisanas y unos sacos abrigados. En el campo, el chiflido del viento enfría hasta las ideas!
Lllevé botas de taco bajo, ropa interior para el desmayo, y viajé en una camioneta destartalada de un amigo de mi padre, para no hacer ostentación con mi auto de alta gama. Obvio, soy una mujer que se adapta a todas las situaciones!
Por fin llegué al rancho y la mujer del Gaucho me recibió con un sonrisa más torcida que las curvas de la ruta. Intenté ser amable, ni bien llegué me puse la pollera floreada, y la china me prestó unas alpargatas bigotudas criticando mis botas.
Juro por Dios y toda mi familia que nunca había montado un caballo sin montura. El debut se hizo sentir! El rancho del Gaucho tiene mucha tierra cultivada y galpones donde guarda los animales. Yo quería sonreír, pero el dolor del final de mi cintura, era insoportable!
Me agasajaron con un asado en el centro del pueblo, la comida estaba deliciosa pero no podía sentarme por la cabalgata.
La noche, por suerte, terminó temprano. Mi pollera floreada se había convertido en un mamarracho, las alpargatas bigotudas estaban rotas, se congelaban los dedos de mis pies, y tenía las piernas moradas...
El loro, mejor dicho el papagayo, me insultaba y la China disfrutaba. Tenía sueño, dolor, y parecía que mi cuerpo estaba en un esqueleto que le quedaba grande.
La China, con una sonrisa siniestra, me dio agua helada para un baño y me llevó al dormitorio.
Gaucho yo te agradezco! Pero el colchón que me dio tu mujer tenía todo el aspecto de una venganza, con olor a perro y unos resortes que se me clavaban en la espalda.
Al día, por fin, siguiente se terminó la fiesta de bienvenida...
Con las fuerzas que me quedaban manejé doscientos kilómetros y volví a casa.
Debo confesar que hace una semana falto al trabajo, tengo magullones en las posaderas y estrés postraumático.
Ay, querido Gaucho Copirái! A vos te quiero! Pero tu mujer es una bruja que te usa para sus bajos instintos.
¡Y también al Remigio!



https://www.youtube.com/watch?v=KXxyOyvK2SE

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