Buenos días
hijo querido te saludo en una mañana invernal.
El último día de junio.
Caen las
hojas del calendario como si fueran pájaros, deseosos de obtener su libertad
para viajar a otros climas donde puedan disfrutar de un clima más benigno, con
más horas de luz.
Las plazas
están vacías.
Los juegos
de niños no reciben a nadie.
El tiempo no
acompaña ni siquiera para que los más chiquitos disfruten.
Han callado
las rosas, en consonancia las aves dejaron sus trinos ara no cantar en soledad.
El domingo
pasado este gobierno necrofílico, en un
centro cultural armó una especie de funeral con artistas cantando música
litúrgica.
En las
paredes colocaron negros crespones y en los balcones internos del salón, rosas
de color amarillo pálido.
Asistieron
casi todos los funcionarios, exceptuando a quien ocupa el segundo lugar.
Siempre
alejada de la realidad no desea intervenir en actos que en este caso recordaban
o quisieron rendir homenaje a los casi cien mil muertos por la pandemia.
Muchos de
ellos estarían cerca de sus familias, si durante los siete meses de encierro
total transcurridos el año pasado se hubiera gestionado con el mundo las
vacunas que tanta falta hacen.
Ahora llegan
poquitas.
Provienen de
países amigos del poder.
Casualmente en
poco más de un mes se celebrarán las elecciones primarias.
Incalificable se utilice la salud y la inoculación de
vacunas como proselitismo.
Mientras
tanto hay familias destrozadas por la muerte de sus seres queridos a raíz de la
cruel enfermedad.
También a la
hora de decir no, son especialistas.
Somos el
único país del mundo que coloca restricciones a la aviación.
Solo pueden
ingresar seiscientos ciudadanos.
Muchas
líneas aéreas, dejarán de volar a nuestra patria.
No entiende
que quienes viajaron al exterior, li hicieron
a los efectos de vacunarse.
Una vez más
se viola un derecho constitucional como es el de circular.
La justicia
pareciera no existir.
El decreto
para mantener exiliados a los ciudadanos que pudieron acceder a la vacunación,
debe ser declarado inconstitucional.
Caídos del
mundo, estamos a merced de caprichos del poder.
Prefiero
retomar mi visita a la plaza del distrito.
Posee
árboles de todas las especies.
El más
antiguo, está cercado para que nadie lastime su tronco.
Tronco
ahuecado por el tiempo.
Ese predio
fue armado por un paisajista reconocido por su buen gusto a la hora de elegir
especies.
No está
entre nosotros.
Partió para
adornar los jardines del cielo.
Bajo su
sombra en pleno estío los más chicos se sientan en los canteros para jugar con
sus celulares.
Cuando el
sol elige irradiar más tenues sus destellos dorados, comienzan las carreras por
las bicisendas, gimnasia con profesores contratados para que ningún niño y
adolescente, sufra ninguna lesión en su cuerpo.
Todo está
organizado para pasar una linda tarde al aire libre.
Ayer la
plaza estaba solitaria por la baja
temperatura, sumada al viento.
Circunstancialmente
tomé una foto del viejo árbol
Bajo su
sombra te pensé cuando eras un niño recorriendo la plaza en tu poderosa bicicleta
de color verde,
Tiempos de
radiante felicidad.
El destino
eligió por mí.
Estoy sola
sin haberlo buscado.
Recuerdo tus
palabras del mes de junio del año que partiste para no volver.
Auguraste
todo lo sucedido, incluyendo la traición.
De todo ello
podré salir.
Mi
conciencia es transparente como el agua.
Como el
árbol permaneceré de pie hasta el final.
Lamentablemente
dilata su llegada.
No puede ser
eternamente.
Tendrá
que tomarse su esencia con el objetivo
de arribar.
Sé está,
desafiándome,
para que tome atajos.
Nunca
vulneraré tu memoria.
Bastante has
sufridos con las actitudes de los elegidos.
Tesoro deseo
verte en mis sueños para darte un beso.
Preciso
aparezcas con tu sonrisa encantadora.¿Por
qué, en tus visitas evitás
conversar?
Deseo verte
como antes.
Entiendo
pido imposibles.
Pese a ello
tengo la esperanza e ilusión de encontrarte en tu hábitat.
Najo la
sombra del árbol manteníamos como siempre conversaciones sobre el sentido de la
vida.
Buscando en
la biblioteca encontré un himno dedicado a los árboles que quiero compartir con
vos:
“HIMNO AL
ÁRBOL
Árbol
hermano, que clavado
por garfios
pardos en el suelo,
la clara
frente has elevado
en una
intensa sed de cielo;
hazme
piadoso hacia la escoria
de cuyos
limos me mantengo,
sin que se
duerma la memoria
del país
azul de donde vengo.
Árbol que
anuncias al viandante
la suavidad
de tu presencia
con tu
amplia sombra refrescante
y con el
nimbo de tu esencia:
haz que
revele mi presencia,
en las
praderas de la vida,
mi suave y
cálida influencia
de criatura
bendecida.
Árbol diez
veces productor:
el de la
poma sonrosada,
el del
madero constructor,
el de la
brisa perfumada,
el del
follaje amparador;
el de las
gomas suavizantes
y las
resinas milagrosas,
pleno de
brazos agobiantes
y de
gargantas melodiosas:
hazme en el
dar un opulento
¡para
igualarte en lo fecundo,
el corazón y
el pensamiento
se me hagan
vastos como el mundo!
Y todas las
actividades
no lleguen
nunca a fatigarme:
¡las magnas
prodigalidades
salgan de mí
sin agotarme!
Árbol donde
es tan sosegada
la pulsación
del existir,
y ves mis
fuerzas la agitada
fiebre del
mundo consumir:
hazme
sereno, hazme sereno,
de la viril
serenidad
que dio a
los mármoles helenos
su soplo de
divinidad.
Árbol que no
eres otra cosa
que dulce
entraña de mujer,
pues cada
rama mece airosa
en cada leve
nido un ser:
dame un
follaje vasto y denso,
tanto como
han de precisar
los que en
el bosque humano, inmenso,
rama no
hallaron para hogar.
Árbol que
donde quiera aliente
tu cuerpo
lleno de vigor,
levantarás
eternamente
el mismo
gesto amparador:
haz que a
través de todo estado
—niñez,
vejez, placer, dolor—
levante mi
alma un invariado
y universal
gesto de amor!”
Me pareció
debía compartirlo.
Es una pena
su autor haya deseado continuar en el anonimato.
Cada palabra
de su himno atraviesa con sabiduría el
corazón.
Si en el
mundo hubiera seres terrenales con deseos de mejorar, todo sería diferente.
Tendría algo de sentido despertar. Inclusive para
aquellos que deseamos darle un final al libro que portamos al nacer y solo
lleva unas palabras escritas.
El resto lo
redactaos nosotros a medida que pasa el tiempo.
El final
casi siempre queda sin redactar.
Está
compuesto por gestos o palabras que perduran en nuestra mente, idénticas a las
tres que pronunciaste vos.
Esas
quedarán tatuadas para siempre en mi alma y memoria
¡Cuántos recuerdos compartidos!
No es lo
mismo evocarlos que revivirlos juntos.
No es
posible conformarse.
Personalmente
no puedo ni quiero hacerlo.
La ausencia
duele, más que la soledad.
Hijo querido
te pido me ayudes a llegar a vos prontamente.
No es mi
deseo estar aquí.
No creo en
las misiones a cumplir.
Sos el mejor
regalo que me dio la vida, por ello
siempre he de pedirte, no olvides cuanto te quiere mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=nWaUPbHeQdM