Buenos días hijo querido.
Otra mañana gélida en el amanecer.
El termómetro apenas roza los tres grados, el viento logra
se sienta un poco más de frío.
Siempre en la búsqueda
de sitios nuevos, encontré cerca del municipio un pequeño local, se
trata de una cafetería, donde también se puede probar variedad de exquisiteces
galesas con la inefable compañía de un café.
A ese sitio tan encantador, concurrimos con amigas a las que
hacía tiempo no veía.
La tarde nublada invitaba a conocer un espacio diferente a
todos.
Tiene el aspecto de los salones para beber, café que se encuentran en
París.
En lugar de contar con carteles tradicionales indicando allí
funciona el lugar, en la vidriera de la entrada, existe cartelería de tela
color sepia, con el nombre de la cafetería y una humeante taza de café,
enmarcados en una especie de escudo tradicional.
Para quienes les gusta el chocolate, pueden beberlo allí.
Las mesas de madera, tienen manteles, replicando el escudo
de la entrada.
Las mesas tienen bancos con respaldos altos, otorgando intimidad a un espacio bien
diseñado.
La música suave, no interrumpe la conversación de quienes
asisten allí con el propósito de reunirse con los amigos sinceros.
Felicito a quien diseñó un lugar tan acogedor.
Me hubiera gustado compartir con vos.
Al llegar mi refugio,
revisé el contestador del teléfono, hallando un breve mensaje de tu hermano de
la vida con quien luego hablaríamos durante una hora sobre diversos temas, en
los que estuviste incluido vos, recordando anécdotas del ayer compartido.
Disfruto al escucharlas ya que es algo que desconocía la
mayoría de ellas.
Igual que yo, ha
pasado al terreno de la no existencia a los entes que solo prometen y luego no
cumplen con la palabra empeñada.
Allá ellos y su conciencia.
La semana próxima iré con Selene hasta la ciudad que gobernó
tu abuelo materno con el propósito de
finalizar un trámite, iniciado hace cuarenta y cinco días.
Después tengo casi todos los días ocupados con otras
actividades, que conocés.
Espero que las mañanas sean un poco más cálidas o que el viento calme sus silbidos para
morigerar la temperatura tan baja.
El suministro de gas sigue siendo una velita, si bien la llama es normal, hacen
falta las calorías necesarias, para sentir el placentero efecto de la
calefacción.
Necesito imperiosamente depositar en tu mejilla uno de los
tantos besos aletargados que tengo guardados para vos.
Si de mí dependiera ya estaría a tu lado, retomando charlas
que han quedado inconclusas y con la única persona que deseo hablar es con vos.
Espero concretar ese sueño prontamente.
Para hoy elegí letras, asociadas, al tema de este contacto,
las dejo aquí para compartirlas con el amigo más fiel.
“En el café
Autor: Evaristo Carriego
Desde hace una semana falta ese parroquiano
que tiene una mirada tan llena de tristeza
y, que todas las noches, sentado junto al piano
bebe, invariablemente, su vaso de cerveza
y fuma su cigarro... Que silenciosamente
contempla, a la
pianista que agota un repertorio
plebeyo, agradeciendo con aire indiferente
la admiración ruidosa del modesto auditorio.
Hace ya cinco noches que no ocupa su mesa
y en el café su ausencia se nota con sorpresa.
¡Es raro, cinco noches... Y sin aparecer!
Entre los habituales hay algún indiscreto
que asegura a los otros, en tono de secreto,
que hoy está la pianista más pálida que ayer.”
Tesoro te amo y extraño con idéntica intensidad.
¿Cuándo aparecerás en mis sueños?
Es necesario poder abrazarte y acariciarte como antes.
El motivo principal que hace quiera retroceder en el tiempo
y anclarlo cuando estabas aquí.
Desespera no poder cumplir con la utopía que más anhelo y
así obtener pinceladas de paz, que mitigarán el dolor indescriptible de la
ausencia, más injusta e inesperada.
¿Tanta luminosidad se necesita en el cielo que te llevaron a
vos?
¿Cuál es la estrella donde está ubicado tu hábitat?
Dueño de las siete letras más hermosas, que conforman tu
nombre, mi alma está sedienta, de tus demostraciones, de cariño filial.
¿Es excesivo mi pedido?
¿Por qué sigo en este
espacio que deseo abandonar?
Mi lugar no es suelo terrenal, desde aquella mañana aciaga
de agosto, donde no dejaron, fuera tu
guía, en el último viaje.
Nadie supo enseñarme
a vivir sin vos.
Es antinatural.
Son los hijos quienes despiden a sus mayores.
¿Por qué en nuestro
caso la ecuación se invirtió?
Querido hijo, como es habitual en estas conexiones
maravillosas, siempre reiteraré mi solicitud, por favor, hijo de mi alma,
solicito nunca olvides cuanto te quiere,
Mamá.
https://www.youtube.com/watch?v=g-RBlLwpbJA
