Thursday, June 15, 2006

UN BAILE DIFERENTE

En ell cabaret el cantor hacía mención a una noche de lluvia.
Esa noche Estela tenía un mal presagio, no tenía ganas de salir a la calle pero las deudas la obligaban.
Tomó un taxi y miraba como las gotas de lluvia se estrellaban sobre el parabrisas.
Una luz mortecina le indicó que había llegado.
En esa piecita llena de humedad, cambió su sencillo vestido por una pollerita de raso negro con un profundo tajo que dejaba ver su bordada ropa interior, arriba una camisa blanca y un pañuelito al cuello, anudó sus cabellos en la nuca y agregó un tocado de plumas.
Ahora deslizaba las medias de red que realzaban sus largas piernas, tacos altísimos con pulsera, faltaba retocar el maquillaje un poco más de rubor y labial rojo, ya estaba lista.
En la pista giraba al compás de una milonga.
En la primera fila Aníbal miraba a esa mujer que era objeto de su deseo, ignorando que ella tenía dueño, no podía dejar de contemplar esa grácil figura, la quería solo para él, le ofrecería una vida de día, sin lujos pero en la que nada faltaría, una casa cálida y confortable, tal vez llegaran hijos.
Con las luces de una gris madrugada finalizó la función.
Aníbal decidió pelear por lo que quería y enfrentó al bailarín a punta de cuchillos.
Estela se alejó del centro de la pelea caminando, la lluvia arreciaba con fuerza.
No estaba sola, alguien la seguía con dificultad, se dió vuelta al oír su nombre,asustada solo atinó a mirar la pared descascarada del conventillo, mágicamente se leía en letras de sangre:Te amaré aún después de la vida.

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