Thursday, October 17, 2013

ÚLTIMO HÁLITO DE VIDA



El temporal de nieve es raro en esta época del año, no tiene razón de ser cuando estamos en plena primavera según el almanaque, nunca las temperaturas se parecen a las de los sitios donde las horquetas de los árboles comienzan a mostrar sus brotes, etapa en que las mariposas nos harán una visita tan efímera como sus vidas para que no olvidemos la belleza de las coloridas alas desplegadas, bebiendo el néctar de las primeras flores que tardíamente aparecen en este lugar tan alejado del mundo.
Lugar donde ha sido coronada como reina la tranquilidad.
Hasta el fiordo que suelo visitarse ha vestido de gramilla verde en su ladera se pueden observar las primeras flores silvestres, pequeñas no tanto como para pasar inadvertidas,
En las caminatas que nos llevan al fiordo tratamos de esquivarlas para que sus pétalos permanezcan intactos.
La mole de piedra se erige orgullosa, no teme a los rugidos del mar, cautiva su vestido de hojas nuevas, acostumbrado al frío glaciar no dudará en sumergir los pies de piedras en el agua,
Está acostumbrado a que el oleaje horade las piedras que conforman sus piernas, años de oleaje no han podido dejar más que pequeñas heridas donde el musgo se adhiere otorgándole fuerzas para permanecer.
Intuyo que debo regresar a la ciudad, mientras manejo con sumo cuidado sobre el camino serpenteante recibo un lacónico mensaje de texto.
No lo leeré hasta que llegue a la estación de servicio que se encuentra tan solo a dos kilómetros, dos kilómetros que logran mi angustia vaya in crescendo.
Violeta mi hermana del alma ha sufrido un accidente, debo llegar a su lado para confortarla como tantas veces un hermano corre en auxilio del otro.
Nos separan quinientos kilómetros, llegaré como pueda.
Las aerolíneas no tienen espacio en sus vuelos regulares, si lo hubiera en media hora estaría a su lado.
Mientras Joaquín asegura las cadenas en las cubiertas dejo a buen resguardo a mis tesoros, prometo comunicarme con ellos a través del celular u otros medios.
Cargo el bolso, no sé cuánto tiempo estaré ausente, tampoco la magnitud del accidente.
Manejo con cuidado, las noticias de la radio no son alentadoras, todas hablan de un accidente de magnitud incalculable.
Apago la radio, deseo llegar, no estoy cansada el amor fraterno me da fuerzas para lograr mi cometido.
Mientras espero se levanten las barreras que casi nunca funcionan, diviso el auto de Violeta, un montón de hierros retorcidos, no puedo reprimir las lágrimas.
El banderillero con su uniforme naranja, portando un farol deja pasar por tandas a los vehículos.
Pienso que si hubiera estado en su lugar la tragedia no hubiera ocurrido.
Cruzo desconfiada las vías, tomo todas las precauciones.
El ulular de las sirenas indica que estoy a metros del centro asistencial.
Las luces del alba desaparecieron detrás de una llovizna pertinaz, el guardia de seguridad me informa que no es horario de visita, trato de conciliar hasta que me permite entrar.
Violeta yace en su cama, la palidez de la muerte cercana anticipa el final menos esperado.
No me importa que esté entubada, sé que me escucha, le hablo, sé que me escucha, sus labios casi morados dibujan la mueca de una sonrisa.
Acaricio su rostro, seco una lágrima furtiva que recorre el rostro pálido.
No tengo miedo.
Los médicos me piden me aleje de la sala, el monitor indica que se ha producido un paro cardiorrespiratorio, las maniobras de resucitación dan escaso resultado.
Apenas se mueve la aguja que marca los latidos de su corazón.
Amiga te abrazo, quiero que mis brazos te infundan un poco de la vida que se dispara, no temas, estaré a tu lado hasta el final.
Encierro tus manos entre las mías, acaricio tus dedos casi transparentes.
Quiero que sepas que estaré a u lado hasta que comiences tu ascenso a los cielos, los actos reflejos me hacen pensar que tus manos yertas se toman a las mías.
El silbido del monitor me dice que ya no estás.
Nada en el mundo terrenal o ese otro al que acabas de ingresar podrá borrar de mi mente y alma los recuerdos compartidos.
Violeta, en vida sencilla como una flor, no dudes que jamás te abandonaré.
Descansa Violeta el destino será el artífice de nuestro próximo encuentro.
Descansa en paz.


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