Thursday, December 05, 2013

HISTORIA DE UN FLAMENCO



He observado su vuelo sin que el cansancio llegara a extenuarme.
En escuadras perfectas surcaban el cielo límpido formando figuras majestuosas.
Las observaba hasta el preciso punto donde una línea imaginaria pareciera unir el mar y el horizonte.
Horizonte que era fácil detectar mirando las distintas coloraciones de la esfera celestes.
El amanecer era pródigo en colores naranjas, la noche se retiraba a sus aposentos eternos para que los rayos de luz iluminaran el paisaje.
Por las tardes, el cielo cambiaba de atuendo, destacaban púrpuras y rosados en su vestimenta.
Algunos jirones de nubes plata oficiaban cual costosas gargantillas de platino invitando al dulce placer de volar con la imaginación.
Quería ver más,  aún cuando esforzara la visión siempre encontraba límites que había decidido romper para deleitarme con la belleza del lugar.
El silencio permitía escuchar otras voces.
Voces que en  ningún momento se alteraban, melodía capaz de tranquilizar las almas más inquietas.
Reconozco que era una de ellas, necesitaba otorgarle a mi espíritu guerrero momentos de paz, de esa forma adquiriría fuerzas para dar vuelta la hoja del libro del destino y seguir escribiendo sus páginas desde otro lugar.
De regreso seguí meditando sobre todo lo que había ocurrido en el último tiempo.
El espacio de las letras había sido saqueado, como todo saqueo la violencia verbal imperaba en el lugar.
Desconocía a quienes otras veces me habían acariciado el alma.
No fue un acto revolucionario, esos movimientos dejan enseñanza a través de las pérdidas y no es una contradicción.
¿Qué podía esperar de un espacio vulnerado?
Lugar donde se mostraban sin anestesia todas las miserias humanas.
Entorne la puerta para partir de la misma forma que había llegado, en silencio.
Hoy el objetivo era dejar que la naturaleza me sorprendiera en todo su esplendor.
Llegando a destino encontré un bello flamenco herido, el dolor agudo en sus alas logró que perdiera el sentido de la orientación.
Entendí que su lugar no era a orillas de una playa, debía regresarlo a la vera del lago, cerca de los juncos que el viento hamacaba sin cesar, allí encontraría alimentos y agua dulce para saciar la sed.
¿Cómo lograr que me siguiera?
No lo sabía.
Deseaba verlo erguido para que todos pudieran admirar su belleza singular.
Opté por silbar, no escucharía más que ese sonido convertido en clamor.
Nunca miraría hacia atrás, deseaba que llegara a su hábitat.
El silbido se detuvo con los sollozos nacidos en lo más profundo de mi alma.
El flamenco detuvo su marcha antes de llegar, tenía sed, faltaban metros para llegar al lago.
Encontré un caracol, en él volqué el contenido de la botella de agua que llevaba en mi mochila.
En algún momento el instinto de conservación lo haría llegar allí.
Escondida detrás de los juncos trataba que mi respiración acongojada no lo asustara.
Noté que sus alas estaban anchadas con un líquido oscuro.
Los pasos eran torpes, perdido,lastimado, empetrolado solo la muerte podría apiadarse de él.
Mientras el flamenco hacía esfuerzo por sobrevivir, rogué tener señal en el celular.
No puedo calcular el tiempo que tardó el departamento de fauna en llegar al lugar, para mi fue una eternidad alimentada por la impotencia de no poder prestar ayuda ante la inminencia de la muerte.
Con suma rapidez en el sitio comenzaron a lavarle las alas, no fue difícil ingresarlo a una jaula para continuar el tratamiento.
Ha pasado más de un mes, Gringo, así lo bautizaron, esta tarde será devuelto a orillas del lago junto a otros ejemplares, está completamente curado.
En una de sus alas tiene colocado un chip de última generación
Gringo volverá a mostrar su figura majestuosa a orillas del lago, estará en el sitio del que jamás debió salir.
El lago se ve diferente con su figura y otras de su especie.
Transito un estado de felicidad, Gringo pudo regresar a su espacio.
Algún día no lejano e contaré que por propia decisión he decido transitar por otros caminos.
Caminos que celebran las letras sin actitudes míseras.
Caminos cristalinos como el agua que en su recorrido horada la silueta de las rocas.
Caminos nuevos donde de verdad se pueda conjugar el verbo compartir.
Tranquilo Gringo junto a tus amigos solo escucharás el agua de las cascadas que no solo le cantan a las piedras, también a ti.


http://www.youtube.com/watch?v=dvgZkm1xWPE

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