Thursday, January 07, 2010

EL PODER DE LAS PALABRAS



No lograba concentrarse en el libro.
Acariciaba las hojas tratando de traer los recuerdos.
Su fuente de inspiración habían sido cada uno de los ejemplares que leía con avidez, a ello sumaba el ocasional paisaje, una ruta desierta en la que solo brillaba la cinta de plata que la llevaría a su destino.
El sol escondiéndose detrás de los cerros iluminaban la sombra de su cuerpo recortado en la arena.
Los colores del cielo evocaban pasajes de un pasado reciente o tal vez un futuro misterioso.
Una flor vestida de rocío nocturno la estremecía con tanta belleza acumulada en la fragilidad de los pétalos.
Pájaros que aleteaban buscando refugio en sus nidos la conmovían hasta las lágrimas.
Recordaba las que había derramado por distintas causas, alegría cuando se abrazaba a sus afectos, languidez cuando comenzaba a encenderse en su cuerpo la pasión que no puede describirse, solo se siente, logra que el alma tambalee para entregar su alma al ser más amado.
Brillos de luna jugaban con su cabello.
Nocturno de soledades acompañadas.
Estrellas titilantes ofrecían sus reflejos, invitaban a elegir la más bella, todas o una gran mayoría tenían nombre, rostros que se esfumaban, sonrisas para evocar a los que habían partido, llanto por la soledad de los que quedan en la tierra.
Recostada en la arena las observaba parecían las luciérnagas que se escondían en el jardín de la vieja casa.
Había amado ese lugar lejano, en cada rincón se sentían las diferentes fragancias.
Un habano perfumaba el sitio, el aroma a vainilla la transformaba.
Fue princesa, habitando palacios erigidos en la ladera de las montañas.
Lugar mágico donde podía escuchar el canto del agua, cuando atrevida horadaba las piedras.
Hada noctámbula que le permitía viaja por paisajes soñados, brisa, tempestades.
Cerró los ojos para soñar despierta.
Ángeles de alas desplegadas formaron un manto para cobijarla y velar su sueño.
Como en una película pasaban enhebrados los recuerdos.
El libro tomó vida.
Las primeras páginas estaban impresas, el resto era blanco.
La pluma y sus musas deberían escribir el resto.
Dejaría unas carillas en blanco, no le gustaba anticiparse al destino, autor de alegrías y nostalgia.
Quisiera que encontraras un ejemplar parecido, todos lo tenemos, es cuestión de saber buscarlo.
Lo encontrarás lejos o cerca, te aseguro que está allí esperando el poder de las palabras.

http://www.youtube.com/watch?v=mbzk76bhm0M

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