Wednesday, January 13, 2010

HISTORIAS REPETIDAS




La luna otorga destellos plateados a las ramas de los árboles, el vagabundo camina sobre las antiguas vías del tranvía, sortea las piedras como si fuera una rayuela imaginaria, toda su vida ha saltado los obstáculos que se interponían.

Un gato noctámbulo se trepa a la pared, con la cola voltea una maceta sin flores, terrones de tierra seca lo golpean, asustado se ajusta el sombrero, apura el paso.

A pocas cuadras Juan está colocando la reja protectora al pequeño negocio.

Todas las noches lo espera con una copa para saciar la sed o atraer los recuerdos.

Hablan de la vida, del paisaje urbano que ofrece la noche, sombras que se transforman en realidades.

Mujeres anónimas buscando caricias pagas, maquillajes que se esfuman.

Vestimentas cortas muestran todas las miserias.

Adolescentes que pelean por una botella sabiendo que Juan jamás burlará el horario para expender alcohol.

El tachero detiene su marcha, necesita cigarrillos, les regala el diario, el tráfico infernal no le ha permitido tener una pausa para hojearlo, prolijo descansaba en el asiento del acompañante. Analizan los titulares, el mundo gira a través del dinero.

Palabras ampulosas esconden las mentiras, recuadros de la bolsa de valores, números inmovilizados.

El mundo parece haberse detenido, todas las miradas están en un solo punto del planeta, lugar donde el autoritarismo no deja lugar a la razón.

Ambos recuerdan otros años no tan lejanos, veredas colmadas de chicos con sus bicicletas.

La sobremesa que se hacía charlando con el vecino.

Todo ha cambiado, las calles están desiertas.

Caos y miedo.

Juan coloca el candado del local es hora de reunirse con la familia.

El vagabundo se adelanta unos pasos, no llega a ver los rostros de los ágiles encapuchados.

Nada tiene para ofrecerles, amenazan con matarlo si el comerciante no entrega el dinero.

El miedo paraliza los corazones, la noche oscura los desampara.

Han conseguido el botín, no alcanza.

Humeante la blanca agita el revólver, dos vidas se apagan esperando el auxilio que no llega.

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