Tuesday, July 27, 2010

LA CATEDRAL DE SAN MATÍAS



Aprovecharía el premio que había cobrado recientemente para visitar una de las ciudades más bellas del mundo.
Muchas veces había soñado caminar a orillas del río Danubio, ahora tendría la oportunidad de hacerlo.
En el equipaje cargó ropa para pasar un verano caluroso, clima muy diferente al de su tierra de origen.
No olvidaría llevar la filmadora ni las cámaras fotográficas, todo lo que no pudieran captar sus ojos lo harían ellas.
El aeropuerto era un enjambre de gente, muchos pasajeros mostraban en sus rostros las horas de espera, vuelos cancelados, demoras que llevaban al hastío.
Finalizados los trámites, consultó la pizarra, el avión que la depositaría en Budapest saldría en el horario pautado.
Comenzaba a transitar el camino de las ilusiones.
Repasó una y otra vez los coloridos folletos, aún cuando sabía qué lugares visitaría.
El taxi la esperaba, en diez minutos estaría instalada en el hotel que la agencia de viajes le había asignado.
Parecía un palacio del medioevo, desde las ventanas podía admirar los cuidados jardines.
Las luces de San Matías le otorgaban misterio a tanta belleza edilicia.
Sería la primera visita que haría en tierra húngara.
El conserje le acercó el desayuno a la habitación, estaba acostumbrada a realizar varias cosas al mismo tiempo.
Leyó algunos titulares de los diarios, el frescor de la mañana ingresaba por la ventana impregnado del aroma de las flores que estallaban en los canteros, un ruiseñor regalaba suaves gorjeos, etéreo aleteaba sobre las margaritas y lirios, sinfonía de colores y fragancias.
Eligió un vestido sencillo de color blanco igual a la mantilla que ocultaría el manto que conformaba su dorada cabellera.
Fotografió el frente de la Catedral, las tomas eran imponentes.
No imaginaba la sorpresa que la esperaba dentro del edificio.
Techos cóncavos pintados por los más grandes artistas.
Luces tenues.
Los ángeles incorporados a los frescos la llevarían en sus alas desplegadas a cumplir sueños.
Dorados, ocres, celestes y rosados acunarían un viaje a través el tiempo.
Los acordes majestuosos del órgano de la Catedral harían al resto.
Se detuvo en un momento de la historia, la ciudad renacía después de los estragos causados por las guerras.
Todo olía a pintura nueva.
Su vestimenta se había transformado en una túnica volátil.
Los pies descalzos caminaban sobre una llanura verde, idéntica a los ojos del caballero que la invitaba a recorrer las orillas del Danubio
Paisajes inolvidables, música de rapsodias traerían un baile suave, preludio de mucho amor y cuerpos que se encuentran.
Hasta la fecha no ha regresado a la tierra que la viera nacer.
Han pasado todas las estaciones del año.
Cuentan los habitantes de Budapest que en las noches de estío, una mujer de singular belleza, acerca flores al altar donde está la imagen de San Matías.
Imposible no recordar a esa extranjera.
Cuando cae la tarde, en el instante que el cielo se tiñe de púrpuras y rosados, una fémina de otras latitudes, con los ojos cerrados ofrenda sus sueños a un Santo.
La perciben feliz en su mundo de fantasías, nadie se atreve a despertarla.


http://www.youtube.com/watch?v=D9-2jM5RNSs&feature=fvw

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