Tuesday, March 21, 2006

EL FIN DEL VERDUGO

Una vez más había cumplido con su trabajo, pudo despedirla con un beso tardío.
Sus pasos cansados no tenían rumbo.
A cada momento se preguntaba, porque había si elegido para decapitarla, no encontraba respuestas.
Aun se escuchaban los gritos en la plaza, la misma gente que años antes tomó La Bastilla, a punta de lanza y fuego, consiguiendo de esa forma la libertad, hoy cantaba la temprana muerte de sus reina.
El con las manos manchadas de sangre no podía seguir su camino, su corazón estaba oprimido, sus ojos secos ya no podían llorarla.
Esa mujer que era el eje de su vida ya no estaba, nada tendría sentido.
Recordaba sus ojos tan azules como el mar, su cuerpo delgado, embellecido con costosos vestidos, su cara igual a las rosas blancas que crecían en primavera.
No podía resistir su ausencia.Esperó la noche, regresó a la plaza, la guillotina esperaba erguida como un fantasma, puso su cabeza en el cepo y dejó caer su filosa hoja.
La muerte con su magia los uniría para siempre.

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