Monday, March 27, 2006

EL HOMBRE DE LA FOTO

Cada surco de su cara demostraba sabiduría.
El sol había sido su compañero de viaje durante años.
Su barba parecía adornada con hilos de plata que utilizaba para enhebrar cada una de sus historias.
A veces contaba de viajes por el desierto, la arena tenía las marcas de sus pisadas.
Otras hablaba de sus visitas a países exóticos, de su gente.
De tantos lugares que había recorrido, con frío o calor, con sol o iluminado por la luz de la luna guardaba una leyenda.
Decidió quedarse en ese pueblito pequeño, donde las mujeres sobresalían por su hermosura, sus cuerpos parecían juncos que no habían madurado hasta tornarse dorados.
Posó sus vista en ella, lo cautivaron sus ojos color almendra que prodigaban ternura.
Utilizaban el idioma de las miradas y gestos, hasta que un día ella le regaló el rubí de su boca, estaba feliz.
Como ofrenda de su amor le regaló su turbante y sus fantasías.
Volvió a partir.
Otras tierras esperaban su vida andariega, al llevarse sus manos a la cabeza solo la acariciaba a ella.

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