Friday, December 26, 2008

EL EXTRANJERO




Indira trabajaba en los arrozales, de condición muy humilde se levantaba al alba, con el producto de la venta ayudaría a la economía familiar.
La vida había sido esquiva, era una mujer hermosa, aún cuando se vistiera con trapos, éstos dejaban ver la perfección de una mujer sensual, esculpida por un maestro.

Repetía su rutina, juntar en grandes sacos los granos de arroz.
Posteriormente los cargaría en un carro para acopiarlos hasta que fuera la época de venderlos.

El sol parecía una estrella de fuego encendiéndo el cielo, sentada en un claro de la plantación no advirtió la presencia de un hombre desconocido.

Disfrazado de campesino observaba a todos, sabía que India buscaba liberarse de Gran Bretaña, la órden de la reina era impedir cualquier tipo de movimiento que achicara la superficie del extenso reino.

La muchacha se asustó ante la presencia del extraño, cuando quiso reaccionar una daga se había hundido en su pecho.

Para no dejar huellas el extranjero quemaba los campos de arroz.

La desaparición de trabajadores, los incendios, se repetían en forma cotidiana.
La casa e Indira había sido convertida en cenizas por el agresor, allí descansaba su familia, nada importaba, la vida no tenía valor.
La libertad de esos trabajadores era un insulto para la reina Victoria, poderosa extinguiría sus vidas, para ella mujer de estirpe nada valía más que extender los límites de la comarca.

El jefe de la tribu investigaría los hechos.

Con una túnica blanca se internaría en los campos que quedaban, su fisonomía era fácil de confundir con la de un lugareño.
Él también tenía sus convicciones, era merecedor de una vida digna, eso no contemplaba ser esclavo de un reino que dividía su tiempo organizando fastuosas fiestas sin importar que había más allá de donde alcanzaba su vista miserable.

El anciano no sería presa fácil.
El extranjero había llegado, la paga era muy buena, no tenía valores y no hacía mella en su alma despiadada la vida de otros seres humanos.
Se encontraron.
Establecieron una lucha cuerpo a cuerpo, el arroz salpicado de rojo tenía un aspecto fantasmagórico.

Clavó la espada en la espalda del visitante.

Llegó a la choza para morir.
Los brujos intentaban que volviera a la vida, le costaba respirar, reunió a los habitantes que quedaban en el poblado.
Su voz inaudible les pidió: Luchen por cada centímetro de tierra, será el legado de nuestros hijos.
La libertad es el bien más preciado.
Rieguen con su sangre los arrozales.
La tierra cultivada es nuestra.

No maten a los extranjeros, suménlos a nuestra pequeña colonia.
No lloren por mí, cerraré mis ojos para siempre.


http://www.youtube.com/watch?v=Owo9nwH3S6U

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