Monday, December 15, 2008

NOCHE DE PAZ




Afuera nevaba copiosamente.

El lago cercano a su casa se había convertido en una pista de patinaje.

Niños y grandes disfrutaban del lugar, hacían piruetas.

Se destacaban los gorros y bufandas de colores.

Ella los veía desde la ventana de su espaciosa casa.

Los copos de nieve traviesos se deslizaban por el techo rojo, a dos aguas para permitir la danza continua de la naturaleza.

Su árbol sería diferente, en cada rama colgaría una tarjeta con buenos deseos, coronaría el arreglo una paloma con una rama de olivo en su pico.

En el piso estarían los regalos, juguetes para los más chiquitos, para los más grandes lo que fuera necesario.

El aroma a dulces inundaba la casa, en pocos días todos estarían reunidos alrededor de una mesa, degustando los platos que traían los otros integrantes de la familia.

El viento hacía mecer la copa de los árboles, querían despejarse de los copos de nieve blanca que adornaban cada una de sus ramas.

Todo era una sinfonía verde y blanco.

Faltaba para que llegara el amor de su vida, trabajaba en una fábrica de chocolates, los niños dormían plácidamente, arropados por el frío que se había apoderado del lugar.

La máquina que quitaba los restos de nieve seguía trabajando.

Encendió velas, la luz se había cortado.

Las alas de un pájaro nocturno se desplegaban necesitaba volver al nido, la estrella más alta sería su guía.

No se escuchaban las risas de unas horas antes, todos habían regresado a su casa.

Instante que utilizaría para meditar, mientras esperaba.

La luna brillaba más en el firmamento acompañada de las estrellas, el viento calló su sílbido.

La ventana límpida permitió ingresar un haz de luz.

La paloma de la cúspide del árbol tomó vida, revoloteaba entre las ramas .

Tranquila se posó en su hombro.

La voz angelada le dijo que pidiera un deseo.

Esta vez no lo haría por nadie de su familia, ellos gracias a la vida lo tenían todo.

Pensó un momento.

Suplicaría por todos los que están solos, los que sufren hambre presos de la injusticia, por los ancianos que esperaban una caricia, por los enfermos solitarios que necesitaban un beso, por los olvidados.

La paloma volvió a su lugar, ella siguió esperando, faltaban días para celebrar la Navidad.

Por la mañana recibió el periódico, no podía creer los titulares.

El mundo daba vueltas con alegría, no había más niños con hambre, los necesitados eran atendidas.

Salió a la calle llorosa, sabía que entre todos los habitantes de la comarca, podrían cumplir los sueños.


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