Tuesday, January 20, 2009

DOCE COPAS



El tallador de cristales está dando los últimos toques a la docena de copas que fuera encargada por Marcia.
Para el pié de las mismas labró plata pulida, eso les otorgará un aspecto deslumbrante.
El resto es de cristal tallado con figuras de mariposas.

Sabe de la inutilidad de su trabajo, necesitaba el dinero y gustoso accedió al pedido de la muchacha.

La vieja mansión hace muchos años que está desocupada, aún cuando por las noches las luces se encienden como si fuera de día.

La música del interior trasciende.
Ello incita a Marcia a elegir el mejor atuendo.
Un vestido turquesa será el que amalgame el color de su mirada.
Para contrastar llevará en su cuello un collar de piedras ambarinas que le regalaran cuando se transformó de niña a mujer.

La melodía envuelve las fragancias de las flores prolijamente acomodadas en los canteros.

Una rosa solitaria se viste de rocío, pareciera que sus pétalos derramaran lágrimas.
Pájaros aletargados ofrecen su arrullo.
La luna redonda hoy se vistió de fiesta, los colores rojizos se asemejan a las llamas encendidas de un amor que está naciendo.

Marcia elige un vestido de fiesta, esa noche intercambiará alianzas con el amor de su vida.

El órfebre ha creado finas cintas de oro que lucirán en sus dedos.

En las copas danzan las burbujas de champagne.

Abruptamente los acordes se silencian, las copas están vacías.

La joven oprime en sus manos aquella que sostenía.

El cristal se rompe en mil pedazos, atravesando las venas de la muchacha.

Cientos de investigadores concurren a la fastuosa casa, desde hace años abandonada.

Tendida en el piso encuentran los restos de su antigua moradora, una mujer fallecida en décadas pasadas.


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