Monday, September 06, 2010

VISITA A LA CATEDRAL



Siempre le habían atraído las capitales de la moda, viajaba todos los años a cualquiera de ellas con el propósito de actualizar las prendas exclusivas que confeccionaba.
En pocos días viajaría a Milán sitio de inigualable belleza.
Saludó a las empleadas que trabajaban en el taller de costura, de allí salían diseños exclusivos, esos que todas las mujeres sueñan con vestir en ocasiones especiales.
Estaría ausente un par de días.
En la maleta cargó lo indispensable, ropa para un otoño a punto de llegar, cámaras fotográficas, filmadora, computadora personal y en un rinconcito un espacio para los sueños.
Ese viernes el aeropuerto estaba atestado de gente, pasajeros apurados por llegar a destino, rogando que al llegar a Ezeiza todo estuviera tranquilo.
Había planeado el viaje para tener dos días libres antes de asistir a los eventos que se sucederían durante la famosa semana de la moda.
En pocas horas estaría disfrutando de otros paisajes, las actividades comenzaban el día lunes, ello le permitiría recorrer la ciudad sin apuro.
Un auto la llevó al hotel que había contratado, desde los ventanales podía observar la belleza que ofrecía la naturaleza en esa época del año.
Veredas con hojas doradas, crujientes, antes habían sido vestido de los árboles que trataban de esconder su desnudez.
Despojados de vestimenta se abrazaban formando nudos.
Pocos turistas hacían más interesante la estadía.
Mientras agendaba las actividades del día siguiente, el sol tibio se escondía detrás de la Catedral.
Las torres recortaban el crepúsculo.
Siluetas de piedra que elevaban su cúspide como intentando acariciar el cielo.
Púrpuras y rosados lentamente se convertirían en azul profundo para darle paso a los primeros destellos de la luna, una a una se encenderían las estrellas.
Pidió le subieran la cena mientras adelantaba trabajo.
Una copa de vino logró se distendiera.
Mañana sería un día inolvidable.
Eligió un atuendo sencillo, un traje negro igual que la mantilla que cubriría sus cabellos, afuera compraría flores para ofrendar a los santos.
El silencio de las losetas de la vereda era cortado por el sonido de sus pasos.
En el interior de la Catedral de Milán se detuvo a admirar la belleza.
Colocó las azucenas en altar.
Sentada en el primer banco disfrutaba de la soledad y recogimiento que otorgaba el espacio.
Cerró los ojos para guardar cada una de las vistas en su retina, más tarde estarían depositadas en una de las cámaras que había llevado para no perder ningún detalle.
El aroma a flores recién cortadas, el humo del incienso la transportó a otras épocas.
Un niño virtuoso ejecutaba el órgano, acariciaba el teclado de manera armoniosa, los acordes no podían ser más bellos.
Esos instantes se grabarían para siempre en su memoria.
La melodía avanzaba hasta abrazarla.
Sentía que el cuerpo se elevaba, allí estaba Verdi solo para ella, la deleitaba con sinfonías mágicas.
La luz del sol se filtraba por los vitreaux de la majestuosa iglesia.
De pronto el silencio indicaba que el sueño había terminado.
Guardaría para siempre en su corazón los momentos vividos en ese sitio donde siguen morando las almas de los grandes que perduran a través del tiempo.

http://www.youtube.com/watch?v=6bt9RTMDvX4&feature=related

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