Thursday, September 05, 2013

MISTERIOS INSONDABLES




La noticia no dejó de conmoverme, quería estar allí sin importarme los peligros a los que podía enfrentarme.
Sabemos por haber escuchado en las noticias que los agujeros negros generalmente se producen en el cosmos.
Discrepando con todos los consejos recibidos decidí viajar hacia ese lugar remoto del océano Atlántico, la idea original era sumergirme en sus aguas para encontrar indicios que me llevaran a una verdad.
Verdad que puede ser discutida, verdad que desde el inicio no pretendió ser absoluta, verdad que no me permite dudar de ella.
Para darle forma a mis pensamientos estuve una noche de luna menguante diseñando la manera de llegar.
Noche de luna escondida que permitía que las estrellas fulgurantes parecieran estar prendidas en el cielo oscuro.
Noche apenas iluminada por esa luna que tardaría varios días en mostrar su cara esplendorosa intentado opacar todas las constelaciones.
Noche de magia y misterio que no hacía más que alimentar mi curiosidad, curiosidad innata en una mujer que a todo le busca definiciones coherentes.
Noche en las que podía escuchar claramente los acordes del Claro de Luna del afamado Beethoven.
Noche en la que no podría conciliar el sueño, la prioridad era investigar.
La noticia ocupó las principales tapas de los diarios, los medios digitales mostraban fotos de un hallazgo tan inesperado como inaudito.
No me importaba el tiempo que insumiría el viaje hacia un lugar especial.
Quería conocer y estaba comprometida con mi propio desafío de ir un poco más allá de las frías letras de un periódico o las imágenes que se mostraban a través de la red.
Viajamos como cualquier terrenal, cerca del destino final abordaríamos un catamarán que nos llevaría tan cerca como se pudiera al borde de ese agujero negro e inesperado, jamás visto en las aguas del mar.
El abordaje se produciría cuando el amanecer recibe las rosadas luces del alba.
En mi mochila cargaba cámaras fotográficas, video filmadoras y el celular que había perdido la señal.
Nada me importaba, quería estar allí.
Arribamos al lugar con las últimas luces de la tarde.
Crepúsculo maravilloso pitando el cielo de púrpuras y rosados.
No sé como ocurrió, la luna estaba completa.
Estoy segura que ella me ayudó a vestirme de agua.
De apariencia frágil, casi transparente, no tuve pudor, estábamos ella con su cara redonda y yo dispuesta a vivir una aventura inolvidable.
El atuendo era liviano, el remolino de agua, denominado por los científicos agujero negro ejercía una atracción difícil de explicar.
No tardé en arrojarme hacia él, el agua no es peligrosa si se la sabe respetar.
Suavemente descendí a las profundidades del océano.
No sentía las extremidades inferiores, me había convertido en una sirena, sirena que tu conoces por haber leído cuentos que hablan de ellas.
No tuve miedo el paisaje en la profundidad era demasiado especial, tanto que podía desbaratar en un instantes todos los prejuicios terrenales.
Ignoro de dónde provenía la luz que iluminaba los arrecifes de corales.
Solo puedo decir que me acerqué a las sirenas que custodiaban la gruta de Poseidón.
Suavemente el agua seguía acariciando mi piel.
Sonidos melodiosos brotaban desde las profanidades del mar.
No tuve miedo.
Ellos sabían que debía regresar a mi vida terrenal.
En cuestión de segundos desplegaron una cuerda cubierta de flores subacuáticas.
El ascenso fue tranquilo, a todos saludé con una sonrisa en la que no faltaron las lágrimas producto de las emociones vividas.
Prometí no dar notas a ningún medio de comunicación.
Este viaje fantástico queda entre tu y yo.

http://www.youtube.com/watch?v=GEl-Qu7Ap…

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