AMOR Y SOLEDAD

Casi diete meses de dolor profundo, dolor que persistira mientras Dios se empeñe en
m dejarme en el mundo de los terrenales.
Él conoce de mi sufto,ormto de la desdicha de despertar cada día sin verte, sin tenerte a mi lado para abrazarte, conversar, reflejarme en tu mirada serena.
Te necesito más que el aire para respirar.
Dicen que todos en la vida terrena estamos para cumplir una misión.
Cual es la que debe cumplir una madre que ha perdido un hijo.
Siento que estoy en un desierto carente de la poesía que inspiran las part´pculas de arena dorada que levanta el viento formando figuras añoradas.
Mi desierto no tiene ese color, es oscuro, sombrío.
Las partículas que robaron su color al oro no son livianas.
Las lágrimas derramadas por tu temprana ausencia las han transformado en un espacio denso, pesado.
La tempestad más fuerte es incapaz de levantarlas.
Daría aquello que no poseo para que todo volviera a ser como antes.
Tenue la brisa las elevaría formando tu imagen adorada,
Sé que quienes están el mismo lugar que vos no regresan por ello mis sueñod continuarán siendo una utopía bañada de llanto.
Envidio sanamente cuando otras madres pueden intercambiar caricias con sus hijos adorados.
Por un instante me gustaría tomar su lugar y abrazarte hasta quedarme sin fuerzas y escuchar tu voz tan dulce pidiendo que afloje la fuerza de los brazos.
Hoy mis brazos están vacíos.
Mis manos no pueden acariciarte, al extenderlas no encuentro absolutamente nada.
Me han pedido que direccione mis letras hacia otros temas. Cómo hacerlo si no estás de manera tangible.
Quienes no han àsado situaciones parecidas no comprende por más buena voluntad que pongan que la muerte de un hijo no se compara con nada y precisamente por ello esa orfandad no tiene nombre.
No temas ni te entristezcas, no estoy sola mi gamilia chiquita me acompaña pese a todo ello no puedo evitar los momentos de soledad y angustia que me apresan.
No es verdad que eñ tiempo cura las heridas, no cuando se ha visto padecer al ser a quien se le dio la vida.
La muerte no es natural cuando viene acompañada de un sufrimiento atroz.
No alcannzo a comprender como cuando te despedías de la vida tuviste el valor de pedirme qye llamara a los médicos pues sentías un dolor tan profundo que no podías explicar con palabras,
Mi intuición de mamá supo unos cuantos dúas antes que te perdería para siempre.
Me convertí en tu sombra en custodia permanente de tu sufrimiento,
Sentí impotencia al no poder hacer nada más.
Dios te había elegido como companía eterna,
Prometí no llorar mientras estabas desierto.
Encerré mis lágrimas pues sabía cuánto te conmovían.
Quería que en tus últimos momentos vieras una mamá valerosa que sin resultado trataba de darle fuerzas al hijo que se iba,
Hice lo que pude y tristemente me doy cuenta que no alcanzó para paliar tu dolor y evitar tu partida.
Solo te pido mi vida adorada que anhelo el momento del reencuentro, mientras tanto te ruego que alli suspendido junto a las estrellas jamás olvides cuanto te quiere tu mamá.

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