Tuesday, November 10, 2009

UN BIKINI PEQUEÑITO




Se miraba al espejo, la imagen le devolvía algunos rollitos por aquí otros por allá.

Compradora compulsiva quedó prendada de un diminuto bikini, jamás pensó que lo pagaría como si se tratase de una estola de visón.

En su casa decidió probarlo, no se veía mal, pero sobraba carne o faltaba tela.

Jamás renunciaría a estrenar esa pequeña fortuna.

Luciana le dio la dirección de un instituto donde trabajaban varios personal trainer.

Podía hacer ejercicios en el gimnasio o bien en forma personalizada.

La segunda opción fue la elegida.

Enfundada en ajustadas calzas, musculosa y zapatillas lo recibió en su casa.

La primera decepción había tocado el timbre, no era el morocho musculoso de ojos verdes que le sonreía en el gym.

Antes de salir a trotar el muchacho muy parecido a un cuadrado ya que era bajito, con mucho músculo y abdomen que se parecía a la caja de ravioles que ella devoraba sin importar que día de la semana era.

La charla previa consistió en trabajos de imaginación para preparar comidas bajas calorías, posteriormente saldrían a correr.

El primer consejo que recibió era disfrazar las comidas, debía utilizar platos preferentemente blancos para que lucieran los colores de los ingredientes, una hoja de lechuga con un tomatito cherry le haría pensar que estaba corriendo por las calles de Polanco en México.

El entrenador siguió dándole otras opciones, no solo sobre almuerzos o cenas sino sobre bebidas.

Harían ejercicios de elongación para calentar los músculos a ellos le seguiría una caminata a la que se agregaría más distancia según los resultados obtenidos.Odiaba levantarse al alba, pero tenía la idea fija del bikini.

Salieron a trotar por Palermo, su personal era tan estricto que no la dejaba mirar la cantidad de plantas que había traído la primavera.

Corrían sin rumbo fijo, sentía que traspiraba como una ballena, la moderna vincha de marca era una tortura en su cabeza.

Llegaba exhausta, su pareja se estaba cansando de la dieta bajas calorías.

La heladera estaba vacía para no tentarse.

Realizaron un pacto,él iría a la casa de su madre hasta que ella perdiera los kilos para lucir los famosos triangulitos en la playa.

Los días pasaban, los resultados no se veían, al volver de las rutinas no tenía ganas de nada, sentía que un camión le había pasado por encima.

De a poco recuperó la silueta que ansiaba.

Mario no contestaba sus llamadas.

Entendía que lo había cansado con sus restricciones, el crucero saldría en dos días.

Necesitaba reconquistar al hombre de su vida, la única manera de lograrlo era adquiriendo una malla enteriza.

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