Thursday, November 25, 2010

CLARO DE LUNA




Después de muchos años de búsqueda Olivia coronó el amor de una pareja residente en un sitio remoto de nuestro país.
Lugar bendecido por la belleza natural y majestuosa.
Pinos y alerces recostaban sus faldas en los lagos.
Nieves eternas abrazaban la cúspide de los cerros.
El mar bravío se volvía manso al dejar su estela espumosa en la playa.
Esa pequeña con visos de ángel había tenido la fortuna de nacer allí.
Ojitos color de cielo cautivaban a quienes la conocían.
El rendimiento escolar había logrado la admiración de sus maestros y profesores.
De todas las materias disfrutaba las clases de música, jamás faltó a una de ellas.
Los acordes del piano la transportaban a espacios desconocidos.
La virtuosidad innata de la pequeña convenció a los padres, cuando Olivia cumpliera ocho años le regalarían un piano.
El gran día había llegado, con su vestidito de terciopelo azul, terminado con puños y cuellos de encaje parecía una reina en miniatura.
A media tarde llegarían los amigos que había cosechado.
El mantel bordado cubría la mesa de noble madera, las tazas estaban dispuestas para recibir el dulzor y la tibieza del chocolate, acompañarían al mismo distintas exquisiteces.
Concluidos los juegos los niños abordaron los dulces, muchas bocas endulzadas cantaron la canción de cumpleaños.
Olivia devolvió el gesto a sus compañeros estrenando el piano.
Afuera el crepúsculo teñía de rosas y púrpuras el cielo límpido, el silencio era cortado por la música.
Las manos de la pequeña cual pájaros acariciaban las teclas, los aplausos se sucedían.
Agradecía con una reverencia que arrancaba una sonrisa.
Se sentía como la mejor pianista agradeciendo a un auditorio compuesto por sus amigos por el horario se habían sumado los padres.
Magnifica ejecutaba el Claro de Luna de Beethoven.
Giró sobre el taburete, un movimiento impensado la hizo caer.
La cabecita cubierta de rizos castaños mostraba vestigios de sangre.
Con premura fue trasladada al hospital de la zona.
Los médicos no lograban despertarla.
Días de vigilia y desconsuelo acompañaban el sueño de la niña
Los estudios no arrojaban daños cerebrales, solo el tiempo sabría cuando despertaría.
Olivia reaccionó, la secuela fue una ceguera temporal.
Semanas después estaría nuevamente en su casa.
El piano sería su fiel compañero, no necesitaba ver para arrancarle sonido a las teclas.
Estío de temperaturas frescas lograba que el agua se deslizara por las montañas, el descenso hacía cantar a las piedras.
Olivia seguía en su mundo de sombras.
Sobre el piano descansaban partituras que tal vez no ejecutara nunca.
Los rosales abrieron las primeras flores tardías, la fragancia inundaba la habitación de la niña.
Le dijo a su madre que se sentía descompuesta, un dolor intenso le atravesaba la cabeza.
Con la intención de calmarla la mamá colocó en la casetera un CD.
El Claro de Luna de su músico favorito alertaba los sentidos.
Olivia se restregó los ojos, con la intención de secar una lágrima.
Lentamente los colores fueron apareciendo, observó el llanto de su madre, el rostro aún no era nítido, haría otro esfuerzo.
Pidió que la llevaran al piano, con maestría ejecutó los acordes del Claro de Luna.
La música trajo magia, había recuperado la vista.
Han pasado varios años, Olivia es una mujer adulta que conoció el aplauso en diferentes escenarios del mundo.
Hoy ha vuelto a ocupar la casa que le legaran sus padres.
Lejos de los vítores y la fortuna acumulada gracias a su talento, enseña a Irina la nieta mayor las primeras clases de piano.


http://www.youtube.com/watch?v=c3vbH_MzPYs&feature=related

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