Tuesday, November 23, 2010

SENTIMIENTOS ENCONTRADOS




El feriado largo propiciaría el encuentro en la casa de Agnes.
Previamente habían conversado del tema vía telefónica.
Seis matrimonios llegarían al sur para conocer los detalles de una vida dura.
No importaban los kilómetros a recorrer, sabían que al llegar serían recibidos con el amor que se dispensaban desde la escuela primaria.
Los hombres no dudaron en cargar con el equipaje cañas de pescar con miras telescópicas, los lagos y el mar sureño harían la delicia de los novatos y los expertos.
La isla los recibe al amanecer, pocas veces mostraba su belleza a quien supiera mirar.
El sol tímido emergía de las aguas, parecía cansado, las noches se habían acortado.
Pinceladas rosas y púrpuras vestían el firmamento, nubes grises intentaban en vano ocultar el paisaje majestuoso.
Aliada la brisa despejaba la bóveda celeste.
Traviesa jugaba con las coloridas bufandas.
Mechones de cabellos bebían la frescura del un sitio encantado.
Subieron a las camionetas para llegar al refugio de la casa habitada por la amiga de siempre.
Necesitaban abrazarla, decirle cuánto la querían.
Las habitaciones estaban dispuestas para los invitados.
Pese al estío se imponía el encendido de los leños, rojos como la pasión crepitaban hasta convertirse en cenizas negras.
El chocolate y los dulces esperaban en la mesa.
Los hombres ya tenían decidido acercarse al mar, con sus cañas y redes sacarían los generosos frutos que alberga el océano.
Ellas ocuparían el tiempo en contarse lo acontecido durante casi un año de no verse.
Los abrazos se repetían, creían estar felices.
El asador cocinaba un ejemplar de cordero patagónico, ellas colaborarían con las ensaladas y otras guarniciones.
La charla era amena, el silencio del sitio encantado era interrumpido por las continuas carcajadas de las amigas.
Todas sabían que sus esposos estarían orgullosos del menú elegido, habría tiempo de agregar las delicadezas que seguramente traerían los pescadores.
El gemido incontenible de una de ellas sonó como un latigazo.
Las risas mutaron a llanto.
Elisa les contó su padecer, sin saber cómo a su vida de entrega había llegado la hipocresía.
Las palabras de halago se convirtieron en finas dagas que laceraron su alma.
Jamás había pretendido juzgar a terceros, solo quería compartir con los seres que amaba su pena.
No comprendía los silencios absurdos, no necesitaba contaminase con sentimientos poco entendibles.
Juraron no contar a nadie las peripecias de su amiga, no enarbolarían la bandera de un dolor que las hería a todas.
Han pasado muchos años.
El destino quiso que muchos amigos ascendieran la escalera de cristal que lleva a los cielos.
Ninguno de los integrantes de la historia ha vuelto a mencionar el tema que conmovió a Elisa.
Menos comensales se reúnen en la mesa, Cronos tiñó de plata muchas cabelleras.
En el escritorio de noble madera, descansa la pluma.

http://www.youtube.com/watch?v=snEBPzmfJ1E&feature=related

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