Thursday, June 06, 2013

LAS VOCES DEL PARAÍSO



Agnes y Bergen contrajeron matrimonio en los albores de la Segunda Guerra Mundial.
No hubo grandes festejos en el momento de la consagración del enlace.
Era un secreto a voces que se desataría uno de los peores episodios bélicos de la historia.
No podían quedarse en su tierra, lo más probable era que fueran separados y sometidos a los peores vejámenes.
El amor sostenía a la pareja, a través de un salvoconducto huyen a Italia.
Llegan a destino en el momento en que la guerra es formalmente declarada.
En las maletas cargadas de sueños llevaban lo indispensable, atrás habían quedado las grandes recepciones, los vestidos costosos que acrecentaban la belleza de la mujer.
Cargaron lo indispensable para huir del horror.
Vivieron bastante tiempo en refugios miserables, nada les importaba si de salva guardar las vidas se trataba.
A las cinco de la tarde una sirena avisaba que debían utilizar los escondites.
Horas después, el cielo se teñiría de verde, opacando el colorido de los jardines del estío europeo.
Meses de privaciones, meses de hambrunas.
Debilitada Agnes le comunica a su marido que está esperando su primer hijo
Con la ayuda de José vendieron las joyas, lloraron juntos al desprenderse de las costosas alianzas, nada importaba si había que preservar la vida.
José al perder a toda su familia se había propuesto ayudar a otros en la huida.
El matrimonio abordó un barco en la noche romana, hasta las estrellas y la luna se habían ocultado para permitir que en las sombras todos encontraran la posibilidad de alejarse de una tierra devastada por la intolerancia y los intereses de pseudo dioses que creían en su locura, poder manejarlo todo.
La travesía no sería fácil para el matrimonio, quince días compartiendo miserias, quince noches sin luna con la visita de ratas y otras alimañas.
Al llegar a Buenos Aires les proporcionaron elementos de higiene, nuevos documentos de identidad para que la estancia fuera tranquila.
Quedaron en la ciudad hasta que Agnes dio a luz a su primer hijo.
Bergen quería otra vida para su familia, tenía aún suficiente dinero para establecerse en el sur de nuestro país.
Pronto aprenderían el idioma para criar a sus hijos y los que vendrían.
Con esfuerzo y constancia construyeron su casa en un lugar de ensueño, la agrandarían a medida que aumentara la familia.
Bergen se dedicó a la cría de ganado ovino, Agnes para ayudar en la economía familiar cocinaba dulces y otras exquisiteces.
Pronto la dedicación rendiría sus frutos, el negocio prosperaba, los dulces se vendían como pan recién horneado.
La economía les permitió comprar una casa grande en la entrada de un bosque de arrayanes.
Los herederos del matrimonio eligieron otros destinos para perfeccionarse.
Jamás volvieron a su patria.
Agnes de a poco se despedía de la vida, Bergen no se resignaba a perderla.
El duro trance lo embargó de dolor y silencio, se había ido la mujer de su vida.
Meses después Bergen enfermó, la patología no era conocida por los médicos.
Fue sometido a distintos estudios.
Los hijos lo trasladaron a la gran Ciudad, pidió a los médicos volver a su lugar de adopción.
Los estudios no arrojaban resultados para temer.
Fue regresado a su terruño sin diagnóstico preciso.
Estaba sano, el psiquiatra entendió que no tenía tratamiento que pudiera curar laceraciones del alma.
Bergen partió el día que se produjo la primera nevada.
En su rostro inerte, plácida se dibujaba la muerte en una sonrisa.
Han pasado muchos años, se hicieron todo tipo de estudios para saber la causa de muerte de Bergen.
Todos llegaron a la misma conclusión, el hombre que había huido de un destino tortuoso murió de amor.
Para ese mal no hay medicación ni tratamientos conocidos.
Morir de amor, elevarse a los cielos o a otros planos permitirá a todos los que atraviesan iguales circunstancias la posibilidad de vivir un amor eterno.

http://www.youtube.com/watch?v=p_7IdMQff…

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