Saturday, November 04, 2006

NAPOLES Y UNA VENGANZA

Anna estaba feliz, esa noche le diría a su padre que Duilio sería quien transitara con ella el resto de su vida.
Vivía en una calle angosta donde la ropa colgada se confundía con el aleteo de los pájaros de mil colores que regalaban sus alas al viento.
Terminó sus tareas más temprano que de costumbre, eligió un vestido con lunares, ese que Duillo le había regalado, a él le gustaban esos colores que realzaban sus formas.
Calzó sus tacones y presurosa se dirigió al puerto.
Las embarcaciones se mecían en la costa, la brisa las hamacaba suavemente, los colores de ellas se reflejaban como una película en el océano.
Duilio estaba vestido de blanco, con un sombrero que atemperaba los rayos de sol esperaba la órden para embarcar y comenzar su jornada diaria.
Como siempre el mar le regalaría sus frutos que posteriormente serían vendidos en la feria.
En hilera las embarcaciones partieron, parecían salidas de un cuadro con sus colores fuertes querían contrastar con el azul del mar que a lo lejos se juntaba con el cielo Marco en la proa daba la señal para partir, su rostro demostraba ira, sus cabellos negros estaban crispados tanto como sus pensamientos.
De ninguna manera permitiría que su primogénita uniera su vida a la de ese pescador que era el hijo de su enemigo.
Clavaron el ancla en el preciso lugar que sabían podrían conseguir los mejores peces.
Pasó la jornada, la quietud no presagiaba la muerte.
En un momento en que todos los pescadores acomodaban los peces en las canastas de mimbre, Marco decidió que había llegado el momento de hacer desaparecer a quien él consideraba muy poco para su hija.
Cuando el sol se escondía detrás de la playa en la costa esperaba con ansias Anna, de pronto una fuerza diferente agitó las aguas.
De los barcos pintados de rojo y verde bajaron los pescadores.
Anna seguía esperando, el viento trajo consigo nubes que cubrieron el cielo, la luna se ocultaba detrás de ellas, las estrellas no brillaban, un relámpago cruzó el horizonte dejando ruido y desolación.
Cansada se recostó en la arena, la venció el sueño,creció la marea y suavemente la depositó en el fondo del mar, allí en la inmensidad, rodeada de corales encontró el cuerpo inerte de Duilio, lo abrazó con fuerzas para devolverle la vida, en sus labios depositó el más dulce de sus besos y se entregó al destino.
Marco en la playa bebía su venganza, no sabía que en los brazos de Poseidón descansaba su hija junto al amor de su vida.
Esta vez la venganza no cumplió su cometido, el agua no alcanzó para apagar el fuego de un amor que creció más allá de la eternidad.

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