Friday, February 19, 2010

SAFARI




En pocos días Marcia viajará a un pueblito alejado de África a orillas del mar, su gran pasión.

Necesita, entre otras las vacunas contra la malaria y el paludismo.

Dos días seguidos formó una fila interminable, los números se terminaron antes que le otorgaran su turno.

Ofuscada regresa a su casa, por nada del mundo perderá ese viaje tan especial.

Termina de armar la maleta, busca una reposera, aerosol para los mosquitos.

A las siete de la tarde está instalada en la puerta del vacunatorio.

En la mochila lleva botellitas de agua, el calor de Buenos Aires es similar a un horno.

No puede leer el libro elegido para matizar la espera, algunos jóvenes se pelean en la vereda de enfrente, las autoridades tardan en llegar.

El sueño la vence al amanecer, el sol muestra sus rayos entre las nubes negras, preanuncio de una tormenta estival.

Luego de unas preguntas de rigor recibe la vacuna, guarda el certificado que tendrá que presentar a su arribo a Sudáfrica.

En el aeropuerto encuentra gente malhumorada, empleados mudos que no dan explicaciones, viajeros impacientes, la pizarra anuncia demora en el vuelo.

Consulta la hora de despegue del que la llevará a Namibia, sobra tiempo, aleja el desencanto, su mente solo albergará pensamientos positivos.

En pocas horas una camioneta la llevará al Parque Nacional de Etosha.

Es tanta la belleza del lugar que olvida el rigor del clima.

La camioneta que la transporta sortea sin dificultad los desniveles de una ruta muy usada, sin mantenimiento, le recuerda demasiado a su tierra.

Nada importa, el camino se hace llevadero fotografiando la imponente vegetación, todos los verdes están en los magníficos ejemplares, prendidas como pájaros se observan algunas orquídeas abrazándolos.

Por la noche será recibida por el jefe de la tribu Nama, para llegar a él, debe vestir las ropas típicas del lugar.

Una indígena le entrega el atuendo que deberá usar.

Como antaño llevará un vestidito de piel tan corto que dejará al descubierto sus bellas piernas, un hombro desnudo aumentará su sensualidad.

Pulseras en los tobillos y collares de múltiples colores.

El jefe de la tribu la recibe con honores, igual que hace años lleva una toga blanca, solo el tocado de plumas que corona la cabeza señalará que es el hombre más importante del sitio.

La acompaña un traductor.

Los parches interrumpen el silencio de la noche, un poco más allá la cresta de las olas mueren en la arena.

Descalzos bailan, repiten el movimiento de caderas, se entienden con el lenguaje universal de las miradas.El amanecer propiciará el nacimiento de una nueva historia de amor.


http://www.youtube.com/watch?v=c-i5mtR46E0&feature=related

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