Friday, December 14, 2012

VÍAS, TÚNELES






No deseaba quedarme inmóvil en un sitio, necesitaba las alas que alguna vez había tenido para continuar mi derrotero.
Mi voluntad era como las vías abandonadas de una red ferroviaria, vías que me habían llevado a recorrer paisajes soñados.
Podía recordar que había recorrido todos los paisajes..
El solitario lugar lejos de amedrentarme otorgaba fuerzas desconocidas, si no tenía alas para volar libre como los pájaros, las convicciones guiarían cada paso.
Bajé de un andén imaginario, antes de hacerlo observe por última vez la vieja estación.
Se conservaba como antaño, paredes blancas, ventanas de color verde donde alguna vez alguien con piedad había colgado maceteros  repletos de flores, flores multicolores o+regalaban frescura y fragancia.
El techo de tejas rojas estaba preparado para soportar las nevadas típicas de la zona, ignoraba si  toleraría la pesadez de mis pensamientos.
Pensamientos atraídos por sentimientos encontrados, en ese instante no pude discernir entre lo bueno y lo malo.
No supe distinguir los halagos del dulzor de las palabras prefabricadas.
Palabras que a veces legaban y otras se perdían en la virtualidad de caminos tan inciertos como desconocidos.
Sabía, creía que nadie es tan bueno como parece ni tan malo como para que los sentimientos adversos aparecieran.
Debía caminar mucho para despejar los pensamientos que cual nubes plomizas querían apoderarse de mi alma.
Tenía la certeza de resistir hasta que un nudo en la garganta trajera una catarata de lágrimas.
Por esas vías no había tránsito, sin mucho esfuerzo podía oír los sonidos del silencio.
Comencé la caminata.
Comprendí que el peor mal que puede aquejar a un ser humano es sentirse solo, orfandad que no se busca, viene sin que la llamen.
Me detuve a mirar las gramillas que creían cerca de los alambrados que separaban las vías de una ciudad fantasma.
Crecían solas, sin que nadie las cuidara, pese a ello las flores de cuatro pétalos eran  tan simples como bellas.
Tomé una piedra para marcar cada durmiente de madera que pasaba.
Ignoro cuanto tiempo caminé, detuvo la marcha un durmiente resquebrajado, por el paso del tiempo, frágil se rompía al tacto de mis manos.
Curiosamente el pedregullo característico que separa a uno del otro era un espacio vacío.
Sigilosa me arrodillé para mirar mejor, imposible calcular la profundidad de un abismo oscuro, la mirada no podía atravesar semejante profundidad.
Entendí que no tenía muchas posibilidades, calculé el salto que hubiera tenido que dar para llegar a otra madera sana, parecía nueva, intacta.
Más adelante un túnel oscuro, tal vez fuera como otros, no era el momento de investigar si al final del recorrido encontraría la luz suficiente para iluminar mi destino.
Decidí regresar sobre mis pasos, no era el momento de comenzar un nuevo desafío.
El paisaje se repetía.
Flores pequeñas a los lados, las espinas de algún cardo, sobre el tallo erguido una flor de color lila igual a los colores del cielo cuando la tarde le da paso a la noche.
Nocturno esplendoroso propiciando el encendido de las estrellas, nocturno cobijando los destellos de la luna.
Quizás mañana regrese, quizás no lo haga, elegir el camino es difícil, no quiero que la soledad sea mi única compañía.

http://www.youtube.com/watch?v=R_C_qCG77oI

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