Friday, March 22, 2013

AL MAESTRO CON CARIÑO



La primera vez que la vida me otorgó la posibilidad de conocer a un poeta, tenía la mitad de años que ahora.
La ansiedad propia de los diez y ocho años no me permitió conciliar el sueño.
Lo había visto fugazmente en la escuela secundaria, había leído cada una de sus obras, había seguido como una fan cada uno de sus movimientos que no eran muchos dado que su vida era sumamente prolija y reservada.
Me conmoví hasta las lágrimas cuando conocí los pasillos de la Iglesia Inmaculada Concepción del barrio Porteño de Belgrano, más conocida por la forma de la edificación, todos la denominan como la “Redonda de Belgrano”.
Allí desarrollaste tu obra, no solo no veían los seres a los que el destino les había privado de la visión, sino los otros que eligieron vivir en las tinieblas
Seres que se entregaron sin darse la posibilidad de ver más que mirar.
El auto que me llevaba a tu casa tuvo un desperfecto cuando solo faltaban unas cuadras para llegar a tu casa.
El chofer rápidamente llamó a la agencia con el propósito de pedir un reemplazo.
Pagué el viaje, no quería dilatar el encuentro.
El frente de tu casa tenía tu esencia, glicinas lilas formaban un arco en la puerta de entrada.
Estaba aterrorizada, no sabía como reaccionar, menos cómo llamar para que me atendieran.
Los ruiseñores cantaban en tu ventana.
Tu asistente me franqueó la entrada, me tomó del brazo para infundirme la tranquilidad que me había abandonado.
Juntas recorrimos el camino que llevaba a la biblioteca, el aroma de las flores embriagaba los sentidos.
Adivinaste que era una novata extasiada.
Siempre te agradeceré haber iniciado la conversación , te dabas cuenta Maestro que tenía miedo, no miedo por conocerte, era lo que más ansiaba, miedo de no poder emitir una sola palabra..
Me dejaste que colocara el grabador en tu escritorio, recuerdo que la imagen de tu amada Matilde nos sonreía desde un portarretratos.
Sabía que no solo había sido la madre de tus hijos sino la mujer que más amaste en la vida.
Tocamos todos los temas, primaveras pasadas, otoños parecidos al ocaso, inviernos solitario, veranos apasionados.
Te conté de mis anhelos, de mi pasión por jugar con las letras, te pregunté una y mil veces por qué no podía escribir poesía.
Entiendo que te abrumé con una batería de preguntas, me tranquilizaste cuando me pediste que siguiera los dictados de mi alma.
El día que partiste creí desfallecer, recordé que los grandes como vos jamás mueren queda su obra.
Nunca di a conocer la grabación que hoy guardo como una joya preciada, es mía y no deseo como otras veces compartirla.
Fuiste el polen del que se alimentan los poetas, fuiste un grande contenido en una figura pequeña.
La vida me regaló la oportunidad de conocer a un Maestro.
Un hombre cabal con sus propias y aguerridas convicciones, un ser que transmitía luz y conocimientos, un hombre que me enseñó a no pretender más de lo que puedo.
Hoy es un día cualquiera Ernesto Sábato, quiero que sepas que nunca pude escribir versos, solo letras para compartir, que intentan llegar al alma de quienes generosamente me leen.
Te recuerdo con cariño, respeto y agradecimiento.

http://www.youtube.com/watch?v=fB7e90slR…

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