Saturday, February 10, 2018

EL ROSTRO DE LA TRISTEZA






Pocas personas caminan por la ciudad desierta.
Alguna vez estuvo habitada por seres que ya no están.
Los edificios parecen fantasmas,
Los ventanales permanecen abiertos, ello propicia que el viento haga volar los cortinados como si fueran parte de un paisaje que poco tiene que ver con suelo terrenal.
En una esquina un puesto de diarios u revistas que nadie leerá.
Pese a esta circunstancia las fechas corresponden al día.
A medida que avanzo las personas que transitaban junto a mí, van desapareciendo.
Estoy cansada.
Cruzo la avenida por donde no circula ningún vehículo.
En diagonal hay una plaza bien cuidada.
Buscaré la sombra de un árbol para descansar.
El silencio es absoluto, conmovedor.
Los pájaros de colorido plumaje no entonan bellas melodías, en su actitud se nota una tristeza infinita.
Los juegos de la plaza lucen impecables.
Columpios para todas las edades.
Para los más pequeños sillas de plástico con cinturón, los más grandecitos utilizaran las hamacas tradicionales.
Por una de las calles laterales de la plaza pasa un camión fumigador.
No llama mi atención.
Es natural verlos en esta época del año arrojando humo de color blanco para evitar las plagas de mosquitos.
Es lo último que recuerdo.
Mi sueño es profundo.
En el mismo todo toma vida.
Los columpios están repletos de niños.
Reconozco tu risa.
Como siempre pasás de un juego al otro.
Dos mujeres se sientan en el mismo banco.
Puedo oírlas.
No las reconozco, ellas parece que a mi sí.
Una comienza a relatar mi realidad desde tu ausencia.
Quiero despertar, no puedo.
Para definir mis rasgos dicen que soy el rostro de la tristeza.
Estaría encantada de poder contestarle que le asiste la razón.
Todas las madres que hemos tenido la tragedia de perder un hijo no solo estamos tristes.
No sabemos porque motivo Dios insiste en dejarnos en suelo terrenal.
Hago esfuerzos para despertarme, es imposible, pareciera que estoy bajo los efectos del más potente de los sedantes.
Vuelvo a escuchar tus contagiosas carcajadas.
Por fin te diviso.
Estás tan hermoso como siempre, corrés hacía mí.
Podré abrazarte y besarte como tanto anhelo.
Tu voz dice má.
Despierto inmediatamente.
Te busco con desesperación.
En la plaza no hay nadie,
Solo un columpio se mueve solo.
No puedo evitar las lágrimas ese sueño debía continuar.
Mi tesoro no te asustes no sufro de alucinaciones, puedo afirmar con certeza que el sueño fue demasiado real.
No se trató de una utopía.
Sé que en otro momento voy a encontrarte y cumplir el anhelo de darte un beso.
No pido demasiado, es lo que haría cualquier madre.
No tengo demasiadas alternativas.
Sabés que debo espera para reunirme con vos.
Mientras ese momento llega, no olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=s8giDmPi1Eg

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