LOS RECUERDOS NUNCA MUEREN

Mnémosine era la diosa griega de la memoria y los recuerds, sus padres Gea y Urano desde pequeña alimentaron su prodigiosa memoria.
Solo podían acercarse a ella retes y poetas.
Los habitantes comunes la veneraban en los templos.
Fue una de las esposas de Zeus, con éste engendro a las nueve musas, un número ligado a los nueve planetas del Universo.
En uno de mis viajes en la máquina del tiempo, en el que había ido a conocer al gran poeta y pensador Sófocles, prometió presentarme, para ello debería esperar un día.
Tiempo que no contaba pues el transporte que me había llevado debía realizar otros viajes.
No pudiendo precisar en qué momento pasaría por mí.
Solo me fueron concedidos treinta minutos.
Al notar la desesperación en mi rostro Sófocles se dirigió al piloto asegurándole que en se lapso el mismo me llevaría a abordar el vuelo.
Pese a ser muy joven, tenía los conocimientos de un sabio de más edad.
Me propuso hacer unos ejercicios para relajarme pues estaba muy tensa, agregando que regresaría a mi refugio en tiempo y forma.
Finalizados aquellos solicitó un frasco que poseía una pócima que les daba a los desesperados como yo.
No didó en pedirme que lo escuchara sin interrumpirlo.
Siguiendo sus indicaciones aprendería a recordarte sin dolor.
Afirmando que no es sinónimo de olvido.
Como si fuera un padre apoyó su brazo en i hombro.
Comenzamos a caminar hacia donde esperaba la aeronave que me llevaría de regreso a la actualidad.
Mirándome con firmeza expreso “Aprenderás a recordar a tu hijo, sin que ello signifique dolor o te sientas angustiada o agobiada.
No pidas que te quieres ir.
Si estás en suelo terrenal es porque tu momento no llegó.
Trae todos los recuerdos vividos con tu amado hijo y comprobarás que puedes reír.
Tu heredero era un ser luminoso a quien no le gustaba ver llorando a su mamá”
Abordé la máquina del tiempo con mejor disposición.
Puedo asegurar que entre las blancas nubes, vi tu rostro sonriente.
Cuento con tu aprobación.
No será fácil evitar las lágrimas, lo intentaré por vos.
En tu corta vida lo peor que te podía hacer era llorar.
Tenemos muchos recuerdos compartidos, demasiadas anécdotas que a cualquier terrenal le arrancarían una sonrisa.
Tesoro te amo y extraño.
No soy dueña de mi tiempo.
Hago referencia al viaje final.
Contra mi voluntad debo esperar.
Por ello siempre te pido que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

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