Wednesday, July 31, 2013

AL OESTE DE ORIÓN



Después de muchas nevadas nocturnas la noche decidió salir.
Noche límpida, transparente y negra como los abismos del pensamiento.
En el mar oscuro se destacaba la danza de las olas, olas alucinantes coronadas con la blancura de su cresta espumosa.
¿Sabrían ellas que su destino era morir en la playa para volver a renacer?
El haz de luz del faro no se inmutaba, señalaba las millas que aún debían recorrer los navíos para amarrar en el puerto solitario.
Solo esperaban en la dársena las mujeres de los pescadores.
Aquí la noche es eterna en invierno compensando la duración de la luz durante el estío.
El chirrido de unos neumáticos sobre el pavimento no fue capaz de abstraer mis pensamientos.
Noche mágica donde las estrellas se multiplicaban sin pedir permiso, destellos de pálidos colores que lograban no se extrañara la cara de la luna, blanca, redonda, hermosa como jamás he visto en otros sitios que he tenido la suerte de vivir.
Noche de contemplación.
Atizo los leños que entibian mi hogar.
La intuición me dice que tengo que salir al balcón de la planta alta.
A mi paso entornaré los cristales del ventanal, quiero mirar una vez el cielo que siempre me depara sorpresas.
Música de fondo para disfrutar de un espectáculo fuera de lo común.
En las grandes ciudades el smog impide observar las estrellas en su exacta dimensión, se visualizan más pequeñas, más opacas, menos esplendorosas.
En los espacios abiertos podemos mirarlas tal cual como son.
Busco abrigo, la brisa hace que sienta más frío, coloco un CD con la música que siempre me acompaña.
Cubro con un protector las flores de las violetas de los Alpes, no tengo más que esos pétalos rizados para disfrutar, año a año me regalan multiplicidad de flores.
Finalizada esa tarea dedico mi tiempo a contemplar la belleza del Universo.
Al oeste de Orión veo una constelación de estrellas, perfectamente definida.
Constelación en la que a simple vista en estos cielos amados del sur se puede observar la figura de un barco, tres mástiles sostienen las velas desplegadas, no estoy soñando.
Bajo el bauprés como mascarón de proa es fácil identificar la silueta de una mujer.
Una mujer, se adivina bella, el cabello desordenado por efecto de las brisas estelares.
Belleza inalcanzable, belleza perfectamente definida, salida de las brumas del cosmos..
Consulto el reloj, aún tengo tiempo para investigar.
En la red no hay información sobre esa constelación de estrellas que se encuentra al oeste de Orión,, comparto imágenes con mis seres queridos.
Esa noche el sueño fue interrumpido por ese espectáculo difícil de olvidar.
Me sorprenden las luces del alba, camino hacia la casa de un viejecito que conoce los misterios del mar y del Universo.
Vive a mitad de camino de un cerro, aislado, como único compañero tiene un telescopio y los recuerdos de una vida dedicada a la investigación.
Apenas comienzo el relato sonríe.
Mientras compartimos un rico café me cuenta que esa constelación no ha sido descubierta por astrónomos u otros estudiosos.
Sabe que es Raquel, una mujer que vivió hace miles de años, una mujer que ha ascendido a los cielos en búsqueda de su hijo perdido, una mujer que intuye que allá en el Universo lo podrá acunar entre sus brazos.
La historia es conmovedora, trato de disimular el llanto que produce la emoción.
Esta noche si el tiempo lo permite visualizaré nuevamente a esa madre que ha viajado hasta el cielo para encontrar el tesoro más anhelado.
Regreso caminado, muchos niños se dirigen al jardín, van tomados de la mano de sus mamás, mamás protectoras con sus chiquitos.
Esta noche espero ver nuevamente a Raquel en su nave surcando el Cosmos, esta noche le diré que aquí en la tierra hay muchas madres que buscan a sus hijos.
Quiera Dios que allá en el cielo como aquí en la tierra los puedan encontrar, quiera el destino que los únicos acordes que se escuchen en todos lados sean canciones de cuna.
Quiera ese Ser Superior en el que creas que nunca más los niños sean apartados del ser que les dio la vida.

http://www.youtube.com/watch?v=xTZgMQ7TV…

No comments: