Saturday, June 09, 2018

ESTÁS ENTRE LAS ESTRELLAS





Recibí una invitación para la inauguración de un espacio, en el quienes amen el arte de escribir puedan aprender un poco más sobre el tema.
El conocimiento evita que a la hora de publicar poesías o cuento,el corrector literario en su afán perfeccionista, cambie el sentido de los relatos.
Todos necesitamos que nos corrijan.
De los errores se aprende, para no reincidir en los mismo.
El problema surge cuando en lugar de corregir el corrector literario reemplaza partes o casi todo de un texto.
Cuando terminamos de leerlo no sabemos quien es el autor.
La corrección es necesaria por aquello que mencioné con antelación.
Los cambios no son buenos para nadie, ni para el corrector literario ni para quienes necesitamos seguir aprendiendo.
El evento se realizó en una avenida importante del distrito.
Tenía dudas sobre la invitación.
La charla telefónica para confirar mi asistencia y vos que sos mi angelito interior, me convencieron para no perderme una inauguración que resultó interesante.
Previa presentación de la invitación, el personal de seguridad del edificio, nos entregó una pulsera de distintos colores, acordes al grado de la invitación.
La reunión se llevaría a cabo en un lujoso piso, del edificio en cuestión.
Ignoraba que se trataba del último piso-
Entendí que fue una de tus travesuras.
Intervenir para que me distrajera,
olvidando que sufro de vértigo.
Recuerdo tu risa clara cuando decía que si me subía a una silla, me arrojaba de la misma antes de caerme.
Tuve la grata sorpresa de encontrarme con la viuda de quien fuera tu primer pediatra.
Te recuerda con cariño.
No podía dar crédito a la crueldad que pasamos juntos.
Me contó que sus dos hijos son médicos como su papá.
Al principio de su viudez no se contactaba con nadie.
Un día decidió comenzar con salidas cortas para sanar las heridas del alma.
Coincidimos al evaluar que no es lo mismo la muerte de un hijo que del cónyuge.
Juntas salimos al balcón.
Pidió que no me preocupara ya que las rejas superaban los dos metros de altura y era amplio.
Solicitó con la amabilidad que la caracteriza que nos trajeran dos cómodos sillones y jugos para pasar un rato lejos del bullicio y de la calefacción que había convertido el piso en una hoguera en la que costaba respirar.
La música no era tan estridente como en el salón.
En un momento requirieron de su presencia.
Agradecí tener un tiempo a solas para mirar un cielo espectacular.
Las estrellas parecían más grandes y en mator cantidad.
Observaba los otros edificios que estaban frente a mí.
En algunos había luces, otros estaban en completa oscuridad.
Pensé que en los luminosos vivían familias completas, en las que no faltaba ninguno de sus integrantes.
Los que tenían las luces apagadas, rememoraban mi realidad.
Desde tu partida no encuentro luces encendidas que propicire agradecer, por vivir.
Mi mundo está plagado de tinieblas.
La única luz que recibo es la de tu amor incondicional.
Hace un par de días conversé telefónicamente con el amigo que te extraña de verdad.
Rememoramos tu internación desde el principio
Contó que en el momento que te quedaste con tus amigos y casualmente el personal de seguridad dijo que éramos muchos en la habitación ne aleje para que pudieran hablar a solas.
Jamás pensé en el pedido que les formulamos asombró.
Más allá de un final prematuro que ambos conocíamos, estabas preocupado por tu mamá.
Quiero que mis lectores sepan, que no estoy fanatizada por el dolor.
Debe haber en el mundo muchos jóvenes como vos.
Ninguno con tu impronta.
Corría el mes de julio del dos mil quince.
Formulaste una pregunta puntul, por respeto a tu privacidad no la voy a repetir.
Solo diré que en ese instante que los dos sabiamos que tu final se acercaba.
Callábamos para no herirnos.
En tu mirada castigada por el dolor, estaba escrito el peor de los finales de una novela de terror.
Mi tesoro ninguna reuniín me satisface.
Entre las estrellas puedo encontrarte, sin elegir el sitio donde me encuentre.
Ayer que tuve control oftalmológico, cuyos resultados conocés.
Asombrado el especialista me decía que era una mujer fuerte.
Capaz de sobrevivir al golpe más fuerte que asesta el destino y para el era milagroso que estuviera en pie.
Respondí que es tu energía la que hace que siga en suelo terreno.
Mi tesoro amado, te agradezco desde el fondo de mi corazón los esfuerzos que realizás para que siga aquí.
Quiero confesarte que no me siento cómoda en el mundo de los vivos.
Prefiero estar el inframundo del que erróneamente hablaba Vulcano. Cuando en el interior de un volcán afilaba en la fragua sus armas para derrotar al enemigo hostil.
Los muertos no están en el inframundo, sino que moran en un lugar de paz.
En ese inframundo. Mezquino, totalitario, sin valores, hemos quedado los que lamento decir transitamos suelo terrenal.
En el Edén que tan bien reflejaba el poeta florentino Dante para convencer a su amada Beatriz de acompañarlo, en ese paraíso terrenal todo es paz y tranquilad.
Mi tesoro, no importa en que lugar del orbe me encuentre.
Quiero que sepas que en ese sirio desconocido por mí estás vos.
Entre las estrellas o montado en la cola de un cometa, siempre estarás conmigo aún cuando no te pueda visualizar.
Mi vida no deseo seguir en el mundo terrenal.
¿Podrías ayudarme a reunirme con vos?
¿Solo vos podés concretar esta utopía?
Tesoro te amo, por ello te pido que nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=a_gB2jIodhE

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