Friday, August 14, 2009

JÚPITER Y ELLA




Ella es terrena, tan bonita como las hojas de otoño que a veces quedan prendidas en su cabellera.

Camina con paso ágil, etérea como un pájaro que no posa sus alas multicolores en el suelo.

Su rostro tiene la blancura de los jazmines que nacen en primavera.

¿Qué puedo decir de sus ojos?.

Son iguales al matiz que toma el cielo en un atardecer diáfano del estío.

La he seguido de día, oculto detrás de las nubes que intentaban empañar el firmamento, graciosa apuraba el paso, supe que le temía al viento.

A él lo llamé muchas veces para que despejara nuestro cielo.

Bajaba del colectivo, caminaba entre el césped recién cortado y canteros poblados de flores perennes.

Supe que su lugar de trabajo era el Planetario de la Ciudad de Buenos Aires.

Giré alegremente, tenía la seguridad que algún día con el telescopio de última generación me descubriría.

Pedí a los astros que pulieran mi estructura, quería que el rosado y celeste que cubre mi estructura la impactara.

Estaba ansioso, la celaba cuando miraba los anillos de Saturno, no entendía cómo no me veía si soy el más grande.

Pasaron varios días, la espera se hacía interminable, hasta que por fin me descubrió.

Ignoraba que anotaba en su computadora, más adelante sabría que hacía cálculos para que el hombre se acercara a los planetas, más yo la quería a ella.

Pude entrar a sus pensamientos, cuando supe que había sufrido por un amor, decidí enlazar las estrellas para formar una escalera imaginaria que la trajera a mis brazos.

La ayudé para que el viaje fuera como un sueño, que pudiera apreciar en el camino el brillo de todas las constelaciones.

La amé en silencio, la dejé recorrer mis entrañas, la hice mía.

Lo bello dura poco, aquí y en la tierra.

Una noche estelar la encontré llorando, transformé sus lágrimas en gotas cristalinas capaces de llegar a todos los lugares de la tierra.

Sabía que extrañaba a sus pares, nunca he sido egoísta, por ello esta noche de luna menguante cuando todos puedan observarme a simple vista, la devolveré a su lugar.

Desde los cielos bajará la estrella más bella.

Lejos, la seguiré amando en silencio.

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