Tuesday, February 08, 2011

UN PEQUEÑO NAVEGANTE, UN HORNERO




Jules era un niño travieso.
La casa paterna era una edificación simple y cómoda, grandes jardines con suaves lomadas, mojaban su verdor en las orillas del río Somme.
Curso de agua variable, a veces se mostraba tranquilo dejando ver el fondo de su cauce compuesto por rocas de diversos tamaños y colores.
Concluida la tarea escolar, el niño ayudaba a guardar los animales que mansamente pastaban en el fondo de la vivienda.
Dueño de una imaginación prodigiosa se detenía a conversar con las aves que anidaban en un almendro.
Cierta tarde encontró triste a uno de los habitantes de la copa del árbol, extrañaba sus trinos melodiosos.
El hornero le contó que su familia había salido en búsqueda de otros rumbos, no sin antes renovar la promesa de volver.
Jules le contó que huiría de su casa en las primeras horas de la mañana y que él sería su fiel compañero de aventuras.
Quería ser grumete y luego marino, navegar por todas las aguas conocidas y por conocer.
No ahorraba comentarios sobre los paisajes que encontraría fuera del mar o sumergido en las profundidades del océano.
El hornero decidió acompañar a su joven amigo.
Tomó de su cuarto algo de ropa, pasó por la cocina para llevar migas de pan que serían el alimento para su acompañante.
El hornero descansaba sobre el hombro del niño, la excursión estaba a punto de comenzar.
Abordaron un barco pesquero, se esconderían en la bodega hasta que el jovencito pudiera hablar con el capitán del navío.
El agua mecía la embarcación acunándolos.
Una noche de luna, cuando todo estaba en silencio decidieron subir a la proa del barco.
Jules y el hornero expectantes admiraban la inmensidad.
Lejos de amedrentarse el niño subió a uno de los mástiles, la brisa nocturna se llevó su gorro marinero.
Estaba en lo más alto, se sentía dueño del mar aún cuando estuviera atravesando el cauce de un río ahora caudaloso.
El hornero comenzó a gorjear una melodía, Jules no escuchaba nada más que el latido de su corazón.
El barullo despertó a la tripulación, el muchacho bajó del mástil.
Sus ruegos no convencieron al capitán, sería devuelto a su hogar.
Tiempo de sermones y llantos incontenibles.
Prometió a sus padres que nunca más se escaparía.
En su mente nació Nautilus, una embarcación sumergible que le permitiría conocer los secretos del mar que tanto amaba.
Protegido detrás de los vidrios del navío, quedaba extasiado observando las imágenes que pasaban delante de su mirada.
Peces coloridos, algas verdes danzaban para él.
Jules no volvió al mar, estaría siempre presente en su imaginación a través de la palabra escrita.
El destino y sus musas lo hicieron conocido a nivel mundial.
Los libros de su autoría fueron editados en todos los idiomas.
Su embarcación fue famosa entre las famosas.
Han pasado más de cien años.
Niños y grandes abordaron el Nautilus, pasajeros de las ilusiones que jamás perdieron la capacidad de soñar.

http://www.youtube.com/watch?v=AWC5HJFhy…

Homenaje a Julio Verne en el día de su natalicio.

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