Wednesday, August 24, 2016

EL SILENCIO DUELE





Hijo lindo no puedo evitar dedicarte cada letra que nace en mi alma lastimada por tu ausencia temprana e inexplicable.
Ambos sabemos que haríamos lo imposible por estar unos segundos juntos.
Abrazados como solo saben hacerlo las madres con sus hijos.
Abrazos perdidos en el camino de la eternidad desde aquella mañana de agosto en que Dios decidió llevarte para detener el sufrimiento que padecías.
Sufrimiento que acaparó todos mis sentidos cuando la realidad sin anestesia me hizo saber que no estarías nunca más a mi lado.
El primer abrazo fue de tu prima, no era habitual que adelantara su llegada para verte, la intuición la guió a nuestro lado.
Al notar que yo no deseaba aceptar los designios trágicos del destino, con suavidad apoyó una de sus manos en tu cuello, no escuchó sonido alguno que por débil que fuera me otorgara la ilusión de algún signo de vida.
Silencioso el final había llegado, ni un segundo se separó de mi lado y entre sus brazos cálidos intento transmitirme un soplo de vida que paliara la angustia que se siente ante la pérdida definitiva del hijo amado.
Trataba de detener mis lágrimas para que ellas no te mortificaran.
Tu cuerpo más hermoso que nunca reposaba por última vez en la cama,
Parecías dormido, la muerte fue benévola no tenías signos de dolor ni abatimiento, habías dejado de sufrir para siempre.
Estabas desplazado hacia el lugar donde estaba la silla que usaba siempre para que sintieras que más allá del padecimiento, mamá siempre estaría sentada acariciándote.
Varias horas antes de tu partida aun conciente preguntabas la hora.
Mentía para tranquilizarte.
En un momento dijiste que serías feliz si me recostara.
Conocías el cansancio que produce la espera de un milagro que no llegaría nunca.
Accedí a tu pedido sin dejar de mirarte.
Me dolía el alma cuando veía que intentabas recoger las piernas que comenzaban a estar rífidas ante la inminencia de la muerte.
No te hice caso, acariciaba tus piernas para que no te dieras cuenta que ya no podrías moverlas nunca más.
Solo en este tiempo he podido soñarte en dos ocasiones de forma muy breve.
Odié despertar y no encontrarte.
Tus amigos a quienes le rogaste “cuiden a mi mamá” están en la medida de sus posibilidades.
Respeto sus tiempos y obligaciones solo le pido al Altísimo que nunca te olviden en nombre del amor incondicional que les tuviste.
Sería doloroso para los dos que transcurrido un tiempo el olvido se hiciera dueño de los recuerdos compartidos que no fueron pocos.
Siento un orgullo primitivo cuando me cuentan de aquellos, cada palabra que pronuncian me acompaña en este abismo que se ha convertido en mi nuevo hábitat,
No creas que no quiero salir de este estadío, siento miedo a lo desconocido.
Generalmente los abismos tienen un fondo cenagoso, de aguas o arenas turbias.
Nadie conoce el espacio oscuro donde culminan.
Como se que te hubiera gustado trato de emerger de profundidades desconocidas, salir a la superficie para escuchar el tañido de las campanas que llaman a los feligreses para cumplir con sus oraciones.
No puedo, una mano imaginaria como poderosa con fuerza incalculable se posa sobre mi cabeza con el propósito que siga en el fondo de esa ciénaga que produce terror.
Quiero salir a la luz, poder admirar como antes los paisajes cotidianos.
Tener la posibilidad de observar extasiada los cambios de la naturaleza.
Sentir que la vida renace en los brotes que comienzan a adornar los árboles.
Escuchar la nitidez de la melodía de los pájaros que se apoyan en el dintel de las ventanas apenas el alba tiñe el cielo de colores rosados anunciando la aparición de los destellos dorados del sol que con magia cubren todos los espacios.
Me gustaría caminar por la arena de una playa solitaria tomada de tu mano.
Sueños, utopías que jamás se convertirán en realidad tangible.
Pese a que la vida me ha asestado el golpe más doloroso que pueda sentir una madre sigo pensando que todo es posible.
Percibo que estás bien, rodeado de ángeles para que no te sientas solo.
Imagino que con ellos juegas.
Pienso que en las noches cuando la soledad abarca todos los espacios, te sientas en las líneas de una estrella mirando el mundo terrenal.
No dejes de hacerlo siempre que no te venza el sueño, en un lugar tan lejano del cielo tu mamá te busca con la mirada.
Te extraño hijo querido, sería una hipocresía negarlo.
Abrigo la esperanza que Dios tiene preparada una sorpresa para mi.
La misma se producirá cuando tenga lugar el reencuentro anhelado.
No sé si deberé esperar mucho o poco.
El tiempo de los espacios celestiales difiere de los terrenales,
Por eso te pido hijo de mi vida que mientras esos acontecimientos se producen nunca olvides cuanto te quiere tu mamá.



https://www.youtube.com/watch?v=zjpbIm33jQc

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