Monday, December 18, 2006

LA LAMPARA MAGICA

Joshuá era un niño muy alegre, sus papás trabajaban en un pueblo muy lejano, vivía con sus abuelos en una casita en las alturas de un cerro, sus tejas rojas le hacían recordar a un libro de cuentos que hacia poco tiempo le había leído .su abuelita.
En el jardín florecían las azucenas, el quedaba prendado de su perfume.
Se levantaba temprano, le gustaba escuchar el canto de los ruiseñores y ver como se hamacaban en las hojas de los árboles que despertaban con su canto.
Su tarea era cuidar a los animalitos del campo que bajaban por la ladera de la montaña, cuando el sol emergía de las aguas para luego transformarse en una estrella que bañaba todo con sus rayos de oro.
Mientras los animalitos pastaban Joshuá se sentaba en la arena, su primo Manuel le había dicho que las olas con sus danzas siempre dejaban algo depositado en la playa,él no le creía su rutina siempre era la misma y lo único que había encontrado eran caracoles que al acercarlo a sus oídos le repetían el ruído del mar.
Esperó varias horas y nada pasaba.
Regresó a su casa un poco triste el abuelo Pablo le había comentado que en unos días regresarían sus padres y el niño quería recibirlos con un regalo diferente.
Esa noche no pudo dormir, estaba ansioso, había llegado el día por todos esperado y él tenía sus manos vacias.
Luego de la cena su abuelo le leyó un cuento, sus ojos a los que el cielo le regaló su color demostraban asombro.
Jugó con unos de sus rizos dorados hasta que el sueño lo venció, no pudo escuchar el final del cuento.
Despertó más temprano que de costumbre, la casa estaba perfumada con el pan fresco que recién sale del horno, tomó sus cosas, miró los pájaros deseando que su camino fuera diferente y por fin encontrara el objeto que buscaba.
Las alondras se cruzaban en su sendero, su aleteo jugaba con sus cabellos, el niño reía mostrando su sonrisa de perlas.
El color del mar conjugaba con el firmamento, caía la tarde obsequiando sus colores violetas, la brisa se transformó en viento el cielo dejaba ver el primer rayo de luna, el mismo que llamaría a cada una de las estrellas.
La playa solitaria no le trajo nada, decidió emprender el regreso, detrás de las rosas que comenzaban a vestirse de perlas encontró un objeto dorado, corrió hacia él, era una lámpara igual a la de los cuentos, le pareció que era el regalo indicado para sus padres que no tardarían en llegar,
Con sus manitas sucias de arena comenzó a frotarla, como en los cuentos salió el genio para decirle:”La culpa querido Brutus, no es nuestra, sino de nuestras estrellas”.
Entre risas y sollozos abrazó a sus abuelos, había encontrado el regalo perfecto.

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