Saturday, December 08, 2007

EL CUADRO

Édouard Manet pinta los colores del cielo sobre la tela, agrega flores amarillas, rosadas, púrpuras, para enriquecerla.
Hoy me ha citado a su estudio, debo posar para otro de sus cuadros.
Elijo un vestido verde, ese que hace tiempo usé en una fiesta, es largo, en el escote tiene pequeños bordados.
Me deja la espalda descubierta, tímida a las caricias, aún así las llama.
Veo al maestro en los jardines de su casa, el aroma a flores languidece en la tarde.
Una estrella asoma temprana, los pinceles como pájaros dejan su marca en la tela, los matices se amalgaman.
Un destello de luna se refleja en el agua de la fuente, ángeles de cemento nos vigilan, en ese paisaje las alas se juntan, igual que las ilusiones.
Se encienden las luces del parque, cae la noche y sus misterios.
El canto de los grillos noctámbulos acompaña la escena.
Édouard sigue creando, tararea una canción de amor.
Amanece, los pétalos de las flores visten gotas de rocío.
El sol se despierta temprano, deja los pinceles al costado del cuadro.
Lentamente se acerca, siento sus manos acariciando mis hombros, su boca busca mi cuello, la mía encontrando sus besos.
El maestro descansa, lo miro extasiada, hoy nacerá otro cuadro.

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