Tuesday, December 04, 2007

ELLA CREÍA

Cuando no hubo más verano, la tierra se transformó en una mueca de dolor.
Las golondrinas migrarían a otros sitios más cálidos con el propósito de ver crecer a sus crías.
El cielo azul como el océano, se tornó gris, las nubes chocaban en el firmamento para producir lluvias que enlodarían todos los espacios, anegarían el suelo.
Los rubios girasoles mutaron a un color indefinido, ese que otorga la soledad.
Las campanas de las iglesias cambiaron su tañido, solo se oía el silbido del viento, sus manos invisibles arrancaban las hojas de los árboles hasta mostrarlos desnudos.
Los jardines perdieron sus flores, pétalos amarronados cubrían el suelo, el agua impiadosa se encargaría de quitarles la última gota de perfume.
Sin embargo, ella creía.
Ráfagas de viento se llevaban las cintas de su sombrero, para terminar depositándolo en el filo de una roca.
Las olas danzaban freneticamente, no había vestigios de vida, distintas especies de peces se alejaban de la playa.
Sin embargo ella creía.
Miraba el horizonte, necesitaba ver los rayos del sol como antes, cuando se sentía amada, correspondía a esos sentimientos hasta que los abrazos dolieran en su cuerpo, en el preciso instante que el amor renacía.
Nada de eso ocurriría.
La fuerza del mar embravecido la alejó de la costa.
Lentamente el agua cubría su grácil silueta hasta dejarla desnuda, encontró en su último viaje un arrecife de corales, allí las aguas estaban mansas , se dejó llevar a las profundidades infínitas del océano.
En su camino acuático todo estaba quieto, la luz se apagaba, un mundo negro la recibía, con el último aliento ella creía.
Un haz de luz la atrajo, flotando permaneció allí para seguir creyendo.

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