Tuesday, December 11, 2007

ENCUENTROS

No quiero perturbar tu descanso, te busco en el canto del río entre las piedras, en el fondo veo tu imágen amada.
Tal vez estás más cerca de lo que pienso, sos el perfume de las flores que me regalan belleza todas las mañanas.
Quizás estés en la cima de la montaña, allí donde permanece la nieve, imagino tu figura en los picos que intentan alcanzar el cielo.
Te veo en los colores rosados del amanecer.
Sos el gigante que se esconde en los bosques para disfrutar de la compañía de gnomos y duendes, en ese instante brotará tu risa dejando salir el niño que llevas dentro de tu ser.
También puedes ser el tronco del árbol añoso que brinda sin reparos sombra al caminante cuando se cansa de recorrer todos los senderos, ése que en sus ramas deja que se cuelguen los nidos de las aves, ofreciendo sus brazos marrones para que en ellos se posen flores silvestres.
Te he tenido cerca, tanto que pude sentir tu aliento tibio rozando mi cuello, tus abrazos rodearon con fuerza mi cuerpo, hasta lograr que fuera solo una silueta que se recortaba en la inmensidad de los pensamientos.
Huelo tu perfume, mezclado con el aroma a tabaco, el mismo que una y otra vez me hacía volver a tus brazos.
Intento olvidarte, me alejo, tanto que ahora estoy en un bosque que caminamos juntos, las copas de los árboles se unen formando un arco.
Hace frío, las especies arbóreas se unen, impiden que los rayos de sol entibien mi cuerpo.
Sigo caminando.
En la corteza de un pino tallaste nuestros nombres, esa tarde reía, era la primera vez que bebía el néctar de tus besos.
Sonrío a los recuerdos, parecíamos dos estudiantes. Cortaste una flor que se enredó en mis cabellos.
Nuestros encuentros eran mágicos, tu voz grave recitaba citas famosas, arrullaban mi alma.
Los pájaros aleteaban alrededor nuestro, sus trinos llamaban al amor.
El suelo estaba tapizado de hojas doradas y crujientes, se rompían a nuestro paso.
El bosque termina para que aparezca majestuoso un lago de aguas azules como tu amorosa mirada, una mariposa revolotea enamorando a una flor, la tomo en mis manos, trémula tiembla, en sus alas tiene todos los colores del universo, la dejo libre, quizás ella pueda encontrarte para siempre.
Quiero darle fuerzas para que por fin se repitan eternos, nuestros encuentros, extiendo mis manos para ayudarla, busco tus caricias, se diluyen en la nada.
Aún cuando el tiempo pase te estaré esperando, en el lugar que se esconde el sol nuestras almas se unirán más allá de todos los tiempos.

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