Thursday, December 06, 2007

UTOPÍA

Cuando terminó el verano, muchas personas optaron por migrar a otros paisajes.
Se resistían a compartir sus sensaciones en un sitio que otrora fuera poblado por seres virtuales unidos en el mágico ejercicio de contar historias.
Era un sitio encantado, todos tenían algo que relatar,en la casa de los sueños que se cumplían.
Eran muchos, compartían risas, utopías que llegaban a cristalizarse.
Eran artífices del destino, propio o ajeno.
Muchas veces dejamos escapar una lágrima, leyendo cuentos que nos movilizaban.
La risa de un niño, el llanto de una madre, la soledad de un amigo, todo servía para llamar a las musas, ellas venían ante el menor vestigio de imaginación para ayudarnos a enhebrar un cuento.
Cada episodio nos llevaba a sentir todas las emociones.
El sol regalaba sus rayos dorados a quien supiera verlo, las flores su fragancia a quien pudiera sentirla.
No importaba si el otoño le daba un color ocre a las hojas de los árboles para luego dejar un colchón crujiente en el suelo.
La nieve brindaba unos de los espectáculos más maravillosos de la naturaleza, allí conocimos otras imágenes, todo servía para terminar de pintar un cuadro de letras.
Cuando la convivencia fue alterada por las tormentas, que a su paso creían arrasar con todo, esa madre que curiosamente se llamaba foro dio a luz otros hijos, orgullosa, aún cuando se quedara sola, era feliz viéndolos crecer día a día, palabra por palabra formaron otros espacios.
Esa madre, como todas las mamás esperaba el regreso de sus amados hijos, algunos volvían a visitarla, ella sonreía, extendía sus brazos cual alas imaginarias para contenerlos .
Sin embargo las tormentas se sucedían una tras otra, no tenían razón de ser, nada fundamentaba su furia.
Muchos hijos decidieron no volver nunca más a visitar a su madre, la miraban de lejos, ella luchaba como una leona cuando ve en peligro a sus crías.
Esperó paciente, sabiendo que el regreso jamás se produciría, entonces decidió formar un panal en su corazón, en cada celda estaría el recuerdo de cada uno de sus hijos, de esa forma cuando la embargara la tristeza los acariciaría amorosamente, pronunciaría cada nombre con una voz dulce y cristalina, sabía que el fruto de sus entrañas, lograría escucharla.
Sola,resistía cada embate del tiempo, sabía que en algún lugar estarían ellos.
En el tiempo transcurrido nacieron otros frutos, pero la añoranza jamás podría borrarse.
Hoy transitamos el último mes del año, esa madre se levantó con una sonrisa, en su alma colgó una palabra: Utopía, quizás entre todos podamos arrancarle una sonrisa, valorando el espacio que nos dio, dejando de lado las miserias humanas, el egoísmo, la afrenta gratuita, eso que entierra los valores, la sin razón, el insulto, todo aquello que convierte en cenizas el alma.
Ella espera, yo también.

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