Friday, July 17, 2009

LA NIÑA SOLA




Juega con los caracoles que el mar deposita en la playa.

Los ojitos azabaches se iluminan cuando encuentra uno muy grande.

Orgullosa ante el hallazgo lo lleva a sus oídos para escuchar el rumor del mar.

Con una rama escribe las letras que conforman el nombre de su mamá.

Ya no recuerda el de un padre ausente.

Es pequeñita, aún así puede percibir la tristeza del ser que está siempre velando sus sueños de fantasías o realidad.

Primorosa muestra el moño almidonado del delantal.

En su cabecita de niña buena el pelito rebelde ceñido con cintas rosadas.

Casi no juega con sus compañeritas, el tiempo libre lo dedica a soñar.

Quisiera que su mamá no trabaje tanto.

Sentir algunas vez las manos suaves que la acarician, no verlas afectadas por el uso continuo del agua y el jabón que deja grietas que el tiempo no podrá borrar.

Es feliz en su mundo de fantasías, entiende que está solita.

Le gustaría que su padre la arropara en las noches, que le contara un cuento, hasta que los duendes de la noche cerraran su ojitos inquisidores.

Sonríe soñando que su padre la acaricia, no quiere despertar.

Jamás buscó ese estadío, desde chiquitos los compañeros aprenden a discriminar.

Callada eleva su mirada al cielo, no pedirá mucho, tan solo quiere ser como las otras niñas que tienen la figura de un papá.

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