UNA MUJER ALADA

Le bastó conversar unas pocas veces con ella para darse cuenta que hubiera querido ser como los pájaros.
Desplegar mansamente las alas para cobijar a aquellos que no han conocido el cariño sincero.
O tal vez a esos otros que muestran una armadura escondiendo debajo del acero un corazón noble al que le cuesta latir libremente para expresar los sentimientos.
O quizás aquellos que vuelan tan bajo que son incapaces de reconocer el propio nido.
El destino le otorgó el don de pintar.
Pupila extraña acaparará ese instante.
Grácil figura vestida para la ocasión.
Sutiles gasas envolvían el delgado cuerpo de la muchacha, los pies descalzos dejan marcas en la gramilla.
Manos blancas sostenían una sombrilla.
Duende a punto de ingresar al bosque.
La observó un rato no quería perder detalle.
Recostada sobre el tronco rugoso de un alerce parecía dormida.
Ese preciso segundo volcaría en la tela.
Ubicó el caballete en un rincón del jardín,en la mesa auxiliar apoyaba óleos y pinturas.
Desechó la carbonilla.
Comenzaría los primeros trazos con pinceles.
Colores suaves para retratar lo más parecido a un sueño.
No tuvo dificultad al delinear el rostro, pocas veces la belleza se había depositado de manera tan precisa.
Ojos azules como las noches claras del estío.
Labios encendidos como un rubí.
Pintaría el cuerpo de manera tal que se viera la espalda de la joven.
Era la primera vez que pintaría una mujer alada.
No sabe cuantas horas le demandará la obra, quiere concluirla en el día.
El murmullo de las aves se debilita.
El crepúsculo adorna el cielo con colores púrpuras y rosados.
Gorriones y calandrias regresan a los nidos.
Luciérnagas iluminan los canteros, las flores vuelven a ser capullos sedientos de gotas de rocío.
El aleteo de un pájaro perdido lo distrae, una de las alas adosadas a la espalda de su musa inspiradora parece quebrada.
No desea retocar la imagen.
El pequeño error imperceptible a la mirada de los maestros le brinda al cuadro una sensualidad inesperada.
Entre las ramas del bosque aparece plateada la luna, con el primer destello la última pincelada.
Mañana se inaugura la exposición de cuadros, participarán de la muestra pintores noveles y conocidos.
En el salón lucen los cuadros.
Enmarcados en distintos estilos, las varillas de madera enriquecen las pinturas.
Aparecen varios compradores para su cuadro, a todos les responde lo mismo, no está en venta, solo quise que vieran la belleza de la mujer que me ha robado el alma.

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