CONCIERTO DE LETRAS

Soy el teclado de una computadora igual a la que tienes en tu escritorio, no importa el color, puede ser blanco o negro, es solo un detalle.
Más allá del tono que los identifica el alma del teclado es la misma.
Teclas que algunos de quienes me utilizan las conocen de memoria, algunos no necesitan mirarme para hilvanar los sueños.
Mis hermanos y yo tenemos caracteres iguales.
Les confieso que no me siento bien cuando solo usan una parte de mí, refiero a los números que están a la derecha.
No crean que no considero a los científicos, ellos serán y son parte de la historia.
Me enteré que algunos dígitos traen felicidad, otros, tristeza, depende como sean utilizados en el momento de indicar valores.
Puedo arrancar sonrisas y esperanzas, también lograr momentos dolorosos.
Mis allegados más sofisticados tienen incorporados caracteres para quienes solo tienen la capacidad del tacto.
Vivo en la casa de todos aquellos que utilizan una computadora.
No creas que estoy enfermo, de mi salen algunos cables que me conectan a otros elementos para que pueda llevar un concierto de letras.
Confieso que tengo sentimientos, para llegar a la perfección necesitaría ser un teclado parlante, no dudo que en el futuro nacerá un nuevo hermano con esas características.
Mientras espero que se episodio se produzca necesito la caricia de Ustedes para sentirme útil.
A veces me gustaría tener voz para decirle a quienes tienen el ánimo alterado que se detengan.
No siempre puedo obtener un resultado positivo, los pensamientos van más rápido que las palabras que se vuelcan.
Entiendo que muchas veces un pedido de disculpas por algo escrito, llega tarde.
No te asombres si hoy te cuento una historia cuyos protagonistas no tienen nombre.
Te parecerá extraño, no es difícil entender porque como te dije antes mi casa puede ser la tuya o la de cualquier ser humano que se anima a presionar mis teclas.
Me extendería demasiado si te contara mis padeceres o mis días alegres.
Puedo unir países alejados, el amor obra milagros.
En ocasiones mis letras están húmedas, ocurre cuando el impulso de quien me acaricia, llora, lágrimas que me salpican porque como te anuncié no tengo vos para decirle a quien escribe que imponga una pausa, pausa que permitirá templar los ánimos, pausa necesaria para aplacar el fuego propio de la escritura.
He conocido a lo largo de mi vida, que no es tan extensa muchos seres humanos, algunos erráticos que no pueden mostrar el corazón tal cual es.
Otros, demasiado verborrágicos, allí quisiera que mis letras se congelaran con el propósito que quien escribe pueda producir daños irreparables.
Por experiencia sé que ciertos sentimientos se truncan por una palabra escrita fuera de contexto, o tal vez sin animosidad intentan que reaccione el destinatario.
Tengo la suerte de ser testigo de amores nacidos a través de mi, no importa donde se encuentren los protagonistas, el amor que se forja sinceramente atraviesa fronteras.
No quiero que te canses leyéndome, para finalizar solo me permito hacerte una sugerencia.
Piensa antes de oprimir mis letras, la palabra escrita queda, piensa que tus impulsos pueden dañar a las personas que más quieres.
Escribe, escribe siempre.
Pide perdón cuando las circunstancias lo ameriten, no tengas vergüenza.
Hazme sentir que estoy vivo, si has logrado transferirme tus sentimientos para que lleguen a las personas que amas, solo te pido que pienses con sensatez antes de oprimir las teclas, son tuyas.
Solo soy el vehículo para unir o desunir.
Tengo tiempo para esperarte el tiempo que sea necesario para que hilvanes tus oraciones.
No dudes en tomarte un respiro si quieres permanecer a mi lado.
Soy pretencioso, pretendo a través de tus manos arrancarles a todos una sonrisa.

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