Friday, April 13, 2012

FLORES DE ALMENDRO




Elina es pintora, sonríe mientras recorre los amplios jardines de la casa heredada de sus mayores.
Es sencilla y cómoda.
Desde los ventanales del estudio observa el cuidado parque que la circunda.
Suaves lomadas vestidas de verde, el sendero que lleva al portal de madera noble está cubierto de lajas de forma imperfecta, a los costados canteros con flores multicolores, alejados distintas especies de almendros.
Hace un par de años decidió amalgamar las tareas de pintura con el cuidado e injerto de plantas.
Los árboles de almendros producían en la protagonista de este cuento una fascinación incomparable.
Para ese entonces había conocido virtualmente a quien sería el hombre de su vida.
No importaba la distancia, se amaban como adolescentes que recién descubren el sentimiento más noble.
Ambos sabían que en algún momento de la vida el destino arbitraría los medios capaces de producir el encuentro real.
Ella pensaba agasajarlo de mil modos, el chat le permitió conocer los gustos que muchas veces comparten las almas gemelas.
Descartó regalarle un cuadro pintado con sus manos.
Buscaba algo original que permaneciera en el tiempo, idéntico al amor que se profesaban.
Colocó el atril que contenía la tela en el interior de la casa.
El jardinero que mantenía el parque de la propiedad, explicó que la mejor hora para hacer injertos eran aquellas donde muere la tarde.
Cielos púrpuras y rosados serían testigos privilegiados del injerto, con sumo cuidado cortaron el esqueje más fuerte del almendro blanco lo unieron a otro igual de color lila, el tiempo se encargaría del resto.
Cada día admira los progresos de la futura planta, la temperatura otoñal ayuda al crecimiento.
Sabe que debe protegerlo cuando aparezcan las primeras heladas, el cuarto de herramientas será el refugio de la planta, cuenta con luz solar, a través de los cristales de las ventanas recibe los rayos del sol.
Pronto podríá transplantarlo, lo ubicará cerca del estudio donde sus manos prodigiosas logran que los pinceles vuelen sobre la límpida tela.
Al amor tardío de su alma no puede contarle el secreto, pese a que él en varias ocasiones quiso saber en qué ocupa sus horas cuando no pinta.
La primera flor del almendro saldrá del capullo, fragante viste de lila con vetas blancas.
El primer encuentro se producirá en pocos días, el almendro perfuma el rincón preferido de la artista.
Creció en forma inusitada, igual al amor que ella profesa a su hombre.
Un ser inteligente que entiende sus tiempos, ser que susurra en su oído las canciones más bellas nacidas en el alma.
Esta historia tendrá un solo testigo, no importan si son creyentes o ateos, un Ser Superior, bendecirá a la pareja.

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