Saturday, April 21, 2012

POSTALES DE BUENOS AIRES

La ola de calor castiga la gran ciudad. Calles y avenidas muestran humo que sale del pavimento que hierve. La humedad que trae la brisa del río presagia un día insoportable. Afloja el nudo de la corbata, sostiene el portafolio con las piernas para sacarse el saco del traje. Detiene la marcha en un semáforo oculto entre las frondosas ramas de los árboles. Consulta el reloj, tiene tiempo para seguir observando el paisaje Los automovilistas no respetan las señales, todos corren detrás de la vida o delante de los sueños. Las flores que se encuentran en los canteros de la avenida más ancha del mundo muestran sus pétalos caídos, el monóxido de carbono de los caños de escape las intoxica Por la noche darán la bienvenida a las gotas de rocío que las reviven. Esquina de Buenos Aires, reflejada en la tela de pintores conocidos y anónimos. Un par de motos integran la custodia de un automóvil, los vidrios polarizados impiden conocer la identidad de un hombre rico que ostenta su fortuna. Rico en bienes, miserable de sentimientos Enciende un cigarrillo, casi lo atropella un conductor, levanta los vidrios de la ventanilla, seguro se trata de un burgués que teme le quiten el auto. En la otra vereda Juan ofrece billetes de lotería, será fortuna para unos pocos, desilusión para muchos. Detendrá su marcha para comprar dulces, es el premio que cada día le lleva al mendigo que pasa las noches sin estrellas en la puerta del banco. Un olvidado más de un sistema que se dice incorruptible. Ignora la edad de ese ser que está solo, solo conoce la mirada triste del agradecimiento Nunca le preguntó el nombre, no quería invadir lo único que le quedaba, la identidad es el único bien del mendigo Muchas veces lo ayudó a doblar los cartones que cubrían el cuerpo del hombre sin nombre. Prolijos los guardaba en el bar de la esquina del Banco. La entidad está llena de gente Le duelen los abuelos que hacen una fila interminable con el propósito de cobrar una migaja. Hojas de periódicos ofician de sombrillas ante el sol implacable de diciembre. Nadie se conmueve, ni una gota de agua para saciar la sed de los que esperan, para esos seres a los que la dignidad sostiene Otra vez sostendrá el portafolio entre las rodillas, tiene que ponerse el saco, no quiere escuchar a su jefe amonestándolo, ajusta el nudo de la corbata Una ambulancia está detenida en la puerta de la entidad bancaria. En el interior apenas palpita el corazón del mendigo. No lo dejará partir solo, aún sabiendo que su jefe tomará medidas arbitrarias. No tiene nada que perder, otras puertas se abrirán si pierde el trabajo. El deber lo conmina a acompañar al hombre casi desconocido. Se sienta a su lado, sostiene la mano, lo escucha balbucear palabras inconexas. Antes de partir quiere ver a su hijo. Lágrimas cubren el rostro de estos dos seres. El empleado bancario buscará por todas partes a la única persona que puede dejar ir al mendigo en paz. En la guardia del hospital los médicos hacen lo que pueden con lo poco que tienen. Las agujas de los relojes se apresuran, el tiempo es escaso. Le entregan las pertenencias del enfermo, en una libreta con hojas color sepia, está el número de teléfono del hijo que tanto esperaba el enfermo. Otra vez las motos delante del auto del hombre rico, la conciencia le impide bajar del costoso vehículo. Ahogadas por la imagen de la soledad, el tañido de las campanas del cementerio reciben el féretro del mendigo. http://www.youtube.com/watch?v=QCmP4bEJf…

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