RETAZOS DE AMOR

Hoy quisiera hacerte una sugerencia, nunca aceptes reatazos de amor. Por más habilidad que tenga quien los una jamás alcanzará la perfección Soy tejedora de sueños, sueños que siempre anhelaron traer alegrías tan fuerte que lograran disipar los errores del tejido. Utilicé hebras de oro para completar mi trabajo. Encontré un hilo conductor o creí haberlo encontrado. Luché por el amor que nacía a borbotones igual que mana la sangre de una herida abierta. No pude completar mi tarea, a mitad de la obra la fina hebra dorada dijo basta. Ayudé en todo lo que pude para alcanzar la perfección en una pareja, no imperfecta sino extraña, extraña a los ojos de los otros que siempre señalan sin saber de qué se trata. Mientras me mantuve despierta intenté todas las formas para demostrarle que el único enemigo que se interpone en una pareja es aquel que pertenece a los mediocres, a los que señalan sin conocer absolutamente nada. Dejé el tejido. Estaba conmovida y necesitaba oxigeno para derribar una muralla que me desconcertó. Creí más allá de las palabras. Busqué un abrigo, necesitaba caminar por la playa. Deliciosa y fría. Oculté detrás de un par de gafas las lágrimas que brotaban de mi alma. No quise compartirlas con nadie, solo pretendía llevar calma. En el medio de la caminata encontré una cueva entre las rocas. Desafiando al viento otoñal quise enfrentar una muralla que me impedía ver el interior de esa formación que al agua le llevó años horadar. Pensé que el tiempo restauraría todas las heridas que habían producido las palabras pronunciadas en un mal momento. No duden que intenté por todos los medios conocidos y por conocer instaurar armonía, no pude o no supe. Hoy me duelen las ausencias por mi no provocadas. Soñé con la belleza de los sentimientos más puros. Afligida no pude encontrar la sabiduría necesaria para que la pareja que ama más que su vida la del otro, encontrara la palabra confianza. Sabía que en el interior de esa ruta inexpugnable, miles de años atrás la habían dejado a través de las pinturas rupestres. No pude acceder a esa maravilla milenaria, se encerraron en un mundo para el que no había cabida para mí. Poca o mucha experiencia indicaron que ese camino estaba vedado a mi entendimiento. Opté por alejarme aun cuando supiera que estallaba mi alma. El viento furioso alimentaba la danza de las olas, temí que en su baile desenfrenado me arrastraran al fondo del océano. Subí el cuello de la campera cuando los primeros copos de nieve vistieron de blanco la playa. El viento gélido ayudo a esconder las lágrimas, no pude detenerlas o tal vez no quise, ellas necesitaban su propio espacio. La soledad se asemeja mucho a un látigo invisible, la mano impiadosa lo maneja. Supe que esa muralla imaginaria no podía estremecerse ante nada. Con dolor seguí mi camino. Los leños crepitando en el hogar no fueron capaces de abrigarme, los dos se habían ido por un camino desconocido. La incógnita pudo más que el cariño sincero. Entendí que la perfección es la bandera que enarbolan aquellos que no creen o no quieren ver más allá de su mirada. http://www.youtube.com/watch?v=aZmFmcy2S38