Wednesday, September 05, 2012

AVENTURA DORADA




Fin de semana nublado y bastante fresco para gozar de las playas del Norte de Chile.
Conocíamos el recorrido, el frío de las aguas, algunos turistas aprovechaban para ir a la zona franca, allí podían conseguir distintos objetos llegados desde cualquier lugar del planeta a precios razonables.
Otros estaban en las coquetas confiterías y restó de la zona, consumían productos recién sacados de las entrañas del mar tan azul como profundo.
Contratamos un guía turístico para conocer uno de los desiertos más conocidos.
Mañana diferente, con las luces del alba las primeras calandrias nos despertaron con sus melodías.
Pese a que el tiempo se mostraba soleado y tranquilo decidimos concretar la aventura dorada.
Desayunamos temprano, en pocos minutos llegaría Javier en su camioneta de doble cabina, preparada para recorrer distintos senderos.
Abordamos el móvil embriagados de ansias hacia lo desconocido.
Cámaras de fotos y videograbadora descansaban en mi bolso, los más pequeños tomarían imágenes con los celulares recién estrenados.
El camino estaba desierto, la cinta plateada se dejaba acariciar por los neumáticos de la camioneta.
Durante el trayecto, el guía nos contó brevemente su vida, un argentino que prefirió al quedar solo alejarse de los paisajes urbanos, de ellos se llevaría para siempre los recuerdos.
Había conocido cada resquicio de su patria no tan lejana, el espíritu inquieto lo llevó a instalarse en el país hermano.
El paisaje cambió abruptamente, en ese instante detuvo la camioneta para colocar el protector del parabrisas, nos indicó que comenzaba el camino de ripio.
A los lados del sendero hecho por el hombre, algunos cactus erguidos nos saludaban, la brisa suave movía los coloridos pétalos de la única flor que poseían en su cúspide.
Soledad y silencio conmovían a todos.
Kilómetros más adelante veríamos los últimos vestigios de vida, casas bajas pintadas con colores estridentes, sin comodidades para quien está acostumbrado a vivir en las grandes ciudades.
A ese lugar cada tanto llegaban micros para que quienes moraban en ese sitio pudieran cubrir sus necesidades básicas, el resto lo encontrarían en la venta de artesanías y dulces que ofrecían a los viajeros que circulaban por la zona.
Las casas fueron quedando atrás, la cordillera majestuosa mostraba su belleza árida.
De tanto en tanto un cactus indicaba la presencia de vida, algunas gramillas crecían en la arena mostrando pequeñas flores.
Avanzamos bastante hasta que el miedo se apoderó de cada uno de nosotros.
Imponente, solitario y silencioso aparecía el desierto.
La brisa se transformó en viento rugiente, levantaba remolinos dorados, la respiración se dificultaba por la altura y las partículas de arena.
Fotografiamos y filmamos un paisaje imposible de describir con palabras.
Decidimos regresar, no queríamos interrumpir el llanto dorado de la naturaleza.
Al llegar invitamos a Javier a nuestra casa, descargamos las fotos en la computadora.
En un momento observamos que el guía no podía contener sus lágrimas.
Una de las imágenes capturadas mostraba el rostro de arena de la mujer que más había amado en su vida.
Entendimos que ese instante le pertenecía absolutamente, en otro momento más tranquilo, menos emotivo comentaríamos nuestra aventura dorada.

http://www.youtube.com/watch?v=1vWkzJCMu…

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