Tuesday, September 11, 2012

ROSAS TRANSPARENTES



Francisco nació en época de la segunda guerra mundial, su padre era un oficial ruso que estuvo durante mucho tiempo en el campo de batalla.
Amaba a su mujer como jamás nadie había amado a nadie.
Por carta se enteró que esperaban a su tercer hijo.
En el frío de las estepas rusas brindó con los más allegados por el advenimiento del niño o niña.
La guerra sangrienta terminó, no importaban los resultados, Igor se reuniría con su familia.
Irina lo abrazó como jamás lo había hecho antes, con premura fue a conocer al nuevo integrante de la familia.
Cuando vio al niño albino en la cuna, comenzaron las sospechas, un pequeño fuerte que berreaba para que lo alzaran, actitud que lograba calmar sus ansias.
Igor no dijo nada, los cálculos no daban, ese niño no era un recién nacido como decía su madre.
Un bebé rozagante pese a su condición de albino, aceptó la mentira, le llamó la atención el nombre que había elegido su esposa supuestamente para protegerlo.
Ante el lecho de muerte de Irina, prometió cuidar a Francisco pese a que sabía que no era su hijo legítimo.
La peste se llevó a los hermanos del pequeño.
Los designios del destino lo habían dejado solos en el mundo.
Francisco aprendió a ser fuerte gracias al hombre que en un acto de grandeza supo reconocerlo como hijo propio.
Para alejarlo de las burlas y crueldad de otros chicos optó por ponerle maestros.
Con la rapidez de la luz el pequeño resolvía anagramas extraños para el resto de los seres humanos.
Igor fue llamado a cumplir una misión, el pequeño no podía quedar solo, es así que ingresó a un convento.
Más grande sintió el llamado del placer, no debía entregarse a ellos, con un solo movimiento las espinas de cilicio se clavaban en sus piernas.
Pese a ser un adolescente fue convocado para resolver robos de reconocidas pinturas en un mueso de Francia.
Pasaba sus días enclaustrado en una celda, el resto del tiempo lo invertía en la investigación.
Siempre vestía el hábito con capucha, para evitar los nocivos rayos del sol utilizaba gafas.
En uno de los museos había sido asesinado un hombre del que desconocía su identidad.
La convocatoria se llevó a cabo en la madrugada.
Francisco se presentó en la escena del crimen con su atuendo original, muchos dudaban de sus aciertos.
Con tinta indeleble al lado del cuerpo del occiso encontró un anagrama.
La oscuridad le impedía ver el rostro del fallecido.
Recorrió los cuadros que amaba su padre, sabía que allí encontraría pistas.
En unos de las pinturas que se exhibían antes de morir, Igor había escrito con tinta que solo se puede ver con linternas especiales el nombre de su victimario.
Francisco estaba ante el cadáver de su padre adoptivo, con lágrimas en los ojos pidió perdón.
Se alejó de la causa, jamás denunciaría al amante de su madre, el padre biológico del sacerdote.
Hasta su muerte Francisco no dejó de auto flagelarse un solo día, la sangre quedaba en los mármoles del claustro en que vivía.
Confeccionó un rosario con cuentas de cilicio a las que dio forma de espinas, cuando estuvo terminado lo colgó en su cuello, rezando por sus muertos lo apretó contra su pecho hasta que llegó la inercia de la muerte.
Francisco fue sepultado en los sótanos de una iglesia.
En su última morada nadie puede comprender el porqué de las rosas de pétalos transparentes, a cada visitante obsequian su fragancia.

http://www.youtube.com/watch?v=5gcWW7J1VyU

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