SOLO SOMBRAS

Como cada mañana me dirijo a una casa muy especial enclavada a los pies del Cerro Castor, lugar de nuestro sur argentino en el que se aglutina la naturaleza.
Quisiera gritarle al Sol, pedirle que con sus dorados rayos disipe la bruma, no es habitual en esta época del año.
Pese a que el reloj indica que hemos arribado a media mañana, la espesa neblina desdibuja todos los contornos.
Resulta imposible ver los primeros brotes de los árboles que anuncian la llegada de la primavera, solo se avizora la gramilla que siempre tiene flores resistentes de pétalos amarillos o rosados, colores que son preludio de vida transformando el paisaje.
No veo la copa de los árboles perennes, están ocultos.
Apuro el paso me produce ansiedad y por que no un poco de miedo la soledad majestuosa.
El mar está calmo, plateado ha perdido la cresta espumosa de las olas.
Comienzo a ascender para llegar a la casa que no puedo visualizar, estoy agitada, coloco en el bolsillo de mi campera el pañuelo que había anudado en mi cuello, pese a que es de seda lo siento rugoso como si se hubiera transformado en un papel tosco.
Adivino las formas de dos siluetas, el humo de los cigarrillos se mezcla con el manto de niebla.
Con voces sonoras están comentando su obra perversa.
Pese a que estoy aterrorizada simulo atar los cordones de mis zapatillas.
Las voces siniestras han llevado a cabo un plan incomprensible.
Con artilugios maléficos desalojaron la casa de los poetas.
No necesito escuchar nada más.
Continúo el ascenso, mi corazón pareciera a punto de estallar, brinca en mi pecho como si fuera un caballo desbocado.
Estoy cerca.
Juan está colocando cadenas y candados en la puerta de madera que antecede al jardín.
Le preguntó el porqué de las persianas bajas.
Acongojado me cuenta que ha recibido ordenes de seres extraños, la casa de los poetas debe ser cerrada.
En el interior descansan las computadoras, algunas obras que no fueron recogidas por sus autores.
El silencio me conmueve tanto como el postrer abrazo del cuidador de la finca, se ofrece a acompañarme en el camino de regreso.
Con un pañuelo que me da, gastado por el tiempo y aún impecable intento secar mis lágrimas.
Antes de despedirnos me pide tenga cuidado, la vieja casa que había albergado durante muchos años ha sido intrusada por seres que se identificaron como Intolerancia y Envidia.
Ambos ignoramos cuanto tiempo permanecerán en el lugar.
Leve asoma la brisa hasta convertirse en viento intenso, el conocido silbido se ha tornado en un rugido insoportable que espanta al más compuesto.
No han sido pocas las dificultades que he tenido en este viaje que imaginé placentero.
Encontré escollos que supe sortear gracias a la magia de las letras.
Cuando supere la crisis de llanto y angustia que provoca la inestabilidad de la mente humana, convocaré al Entendimiento.
Intuyo que pasará bastante tiempo para que las heridas que sin razón se produjeron cicatricen.
Mientras tanto seguiré el camino que me han marcado mis musas, los episodios recientes no me permiten compartirlas más que con mi alma desorientada.


http://www.youtube.com/watch?v=snEBPzmfJ…