CIUDAD MÁGICA

Viajar es una de las actividades más placenteras.
En el viaje anterior a la península Ibérica decidí recorrer Madrid, sabía que en algún momento cumpliría mi objetivo de visitar Barcelona.
El vuelo aterrizó pasado el mediodía, en el aeropuerto abordé un taxi para llegar al hotel.
Antes de acomodar las maletas descorrí el cortinado, la visión desde mi habitación era majestuosa.
El Mar Mediterráneo de un color azul esplendoroso era surcado por distintos navíos, la brisa inflaba las velas coloridas de las embarcaciones más pequeñas.
Desde la playa de arenas doradas los turistas saludaban el paso de aquellas.
Algunos almorzaban debajo de la sombra protectora de las palmas.
Otros cuerpos anónimos adoraban el sol, las caricias perpetuas prolongarían el bronceado de sus pieles.
Pese a que el viaje había sido tranquilo decidí permanecer en la habitación.
Una ducha reparadora invitaba al descanso, elegí almorzar allí.
Mientras esperaba las exquisiteces de la zona, me comuniqué con mi familia para que supieran que en unas horas comenzaría la aventura en una ciudad mágica.
Junto al almuerzo trajeron una guía para orientar al turista.
El rigor del clima había mermado, preludio de la proximidad del otoño.
Esa tarde caminé por la rambla.
Maravillada observaba la profusión y variedad de flores contenidas en tinajas apoyadas en las veredas, fragancias y colores cautivaban a los turistas.
El crepúsculo me encontró en el puerto, otra vez la magia se hacía presente, las primeras luces se encendía coordinas con las fulgurantes estrellas que comenzaban a poblar el cielo límpido.
Naves amarradas, el rumor de las olas cortaba el silencio.
Los restó de la zona estaban atestados de gente, el mozo me propuso compartir una mesa con Mariela, habitué del sitio.
No tardamos en congeniar, durante la cena me contó que se había instalado en esa Ciudad un par de años atrás, brindamos por el encuentro que sería el principio de una amistad indisoluble.
Con su auto descapotable me acercó al hotel, quedamos en encontrarnos el sábado a mediodía, aprovecharíamos los últimos días de playa.
Difusas las luces del alba anunciaban un día nublado, no apto para estar al aire libre, el clima logró que cambiáramos los planes, recorreríamos museos y lugares turísticos.
Experiencias inolvidables.
Sitios que en su fachada anticipaban los tesoros que encontraríamos al ingresar al interior de los mismos.
Fotografié cada uno de los lugares que visitamos, nos separamos por unas horas.
Mariela había preparado varias sorpresas, entre ellas conocer el Teatro Liceo, la obra era interpretada por artistas amateur, nada tenían que envidiarle a los consagrados.
Antes de cenar pasamos por la Fuente Mágica de Montjuic, espacio donde se presentan obras de luz y agua.
Nos despedimos luego de la cena en un restó de la zona.
De la mano de mi amiga he recorrido lugares mágicos, otros sencillos que no dejaban de ofrendar belleza.
Viví una semana inolvidable.
Mariela me acompaña al aeropuerto, dentro de un mes visitará mi patria, devolveré las gentilezas recibidas llevándola a conocer las bellezas del sur de mi patria.
El altoparlante avisaba que deberíamos abordar el avión, el abrazo fue emotivo, cálido, no faltaron las lágrimas.
El pájaro plateado hace rugir las turbinas, en unos minutos emprenderé el regreso,
La mole de acero despliegas sus alas en dirección al cielo.
En cada sueño se fortalecerán los recuerdos vividos, pilares fundamentales para una amistad que sobrevivirá todos los tiempos.

http://www.youtube.com/watch?v=Wixz_r7v51E